El vínculo afectivo o apego lo podremos dividir en tres etapas (poniendo como límite los 2 años).
– La primera etapa. Dura aproximadamente hasta los 2 meses. Como es lógico a esta edad, a un bebé no le ha dado tiempo a desarrollar el vínculo, pero todos sabemos que ya a esta edad, es innegable que los bebés reclaman a sus padres (especialmente a la madre), y que se sienten reconfortados en sus brazos, cosa que no ocurre con cualquier otra persona. Por tanto, se podría decir que es algo innato el hecho de que el bebé, ya desde temprana edad, intente mantenerse cerca de mamá.
– La segunda etapa. Esta la podríamos centrar entre los 2 y los 8 meses. Hasta aproximadamente los 8 meses, los bebés van a aceptar a los extraños (aunque, como es lógico, prefieran estar con mamá o papá). Hasta ese momento el bebé, no va a tener problemas para interactuar con otros, sin embargo, siempre intentará reclamar a la figura afectiva.
– La tercera etapa. Desde los 8 meses a los 2 años. A partir del octavo mes, el bebé empieza a ser más consciente de todo lo que ocurre a su alrededor. De hecho se puede encontrar mucha información sobre el denominado síndrome de los 8 meses, que se trata ni más ni menos que una sensación de ansiedad que experimenta el niño, cuando se separa de esas figuras afectivas. A partir de este momento, las separaciones (esto dependerá de cada niño y de cada situación) serán más traumáticas.
Al final de esta etapa, es decir, alrededor de los 2 años, los niños vuelven a intensificar ese sentimiento, pudiendo llegar a resultar muy complicado dejarlo con cualquier otra persona que no sea la figura de apego.
Imagen: slightlywinded.