Inicialmente, el problema debe ser abordado por el pediatra de cabecera, pero si no consigue solucionarlo, debería ser remitido al gastroenterólogo infantil.
El tratamiento se realiza en tres fases, la primera consiste en vaciar totalmente el colon de heces, con la ayuda de laxantes o enemas, esto se debe realizar siempre tras la valoración del médico, evitando administrarlos en casa por nuestra cuenta. El siguiente objetivo es conseguir que las deposiciones se mantengan blandas, lo que, por un lado, ayuda a crear el hábito diario, y por otro, permite al colon recobrar su forma y su función normal.
Es crucial la función de los padres, manteniendo la administración de los laxantes y favoreciendo el hábito diario (sentando a los niños cinco minutos en el retrete después de las comidas); es útil llevar un registro de cada deposición y de cada pérdida en el calendario. A medida que se vaya consiguiendo el objetivo, el médico bajará las dosis de laxantes. En esta fase es normal que haya recaídas del estreñimiento y de la encorpresis, lo que no debe desanimar al paciente o a los padres.
La paciencia es la clave para tratar la encorpresis, ya que un buen tratamiento, para que sea efectivo y definitivo, puede llegar a durar meses o incluso un año.
Imagen: babycenter