Cereales
Son el primer alimento que se le dará al bebé y que complementará la lactancia. Son muy importantes en esta etapa, ya que aportan nutrientes fundamentales para el crecimiento y para la actividad que realiza el niño y suponen una gran fuente de energía.
Los cereales son ricos en hidratos de carbono. Tres cuartas partes de todos los nutrientes de los cereales son carbohidratos, que le aportan energía duradera y calorías no “vacías”. También son muy ricos en fibra, que regula el tránsito intestinal y ayuda a evacuar y en vitaminas, sobre todo del grupo B (B1, B2 y B12), que ayudan al sistema inmunológico, al sistema nervioso y al cerebro. También tienen una buena dosis de vitamina E, que es antioxidante y muy buena para los nervios, los músculos, la vista, el cabello, las uñas y la piel.
Por otro parte, los cereales contienen muy pocas grasas y su contenido es rico en ácidos grasos poliinsaturados y monoinsaturados, beneficiosos para el corazón.
Ofrécele primero los cereales que no contengan gluten (arroz y maíz) y alrededor de los seis u ocho meses los que cuentan con gluten (trigo, avena, cebada y centeno). El gluten se introducirá no antes de los cuatro meses y no más tarde de los siete meses.
Las primeras harinas deben ser predigeridas, sin azúcar.
Las primeras tomas, pueden iniciarse añadiendo 1-2 cucharaditas por cada 100 mililitros, comprobando la tolerancia, para ir poco a poco pasando a 5-7 cucharaditas/100 mililitros. Espesando la papillas con 8-9 cucharaditas por cada 100 mililitros, hacia los ocho meses.
Las papillas de cereales pueden prepararse con leche materna, fórmula de inicio o la de continuación a partir de los seis meses. Si son lacteadas se preparan con agua.
Imagen: pediatrachile
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