Anteriormente, decíamos que es habitual que los niños se caigan y se golpeen frecuentemente, y que, lo normal es que la cosa tan solo quede en un simple susto.
Pero, hay casos en los que habrá que prestar atención a la caída, especialmente cuando han recibido un golpe fuerte en la cabeza. Y es que, hay que intentar distinguir entre un golpe leve y un golpe grave.
Como es lógico, si el niño va por la calle, tropieza y cae de rodillas, esto no va a suponer más que un raspón y a lo sumo un moratón en la pierna. Sin embargo, si un bebé cae desde un cambiador y golpea directamente con la cabeza contra el suelo, esto ya podría ser importante (aunque no necesariamente).
¿Qué deben hacer los padres?:
– Casos leves. Guardar la calma ante todo. Gritar por el susto, o lanzarse corriendo a recoger al niño, podría desencadenar que el niño se asuste más de lo necesario. En el caso de ver que el niño siente dolor, o llora, la mejor medicina es darle una buena dosis de cariño y de mismos. Con esto, seguro que el pequeño se calma al poco rato.
Llevar siempre a mano un calmante para golpes, es lo habitual, a lo que recurren los papas, son las barritas en stick, como es el caso de Calmatopic, al ser muy cómodo de llevar y aplicar. Tan solo hay que sacar la barrita (como un pintalabios) y aplicarla en la zona donde el niño se ha dado el golpe.
– Casos graves. En los casos graves hay signos muy evidente: no hay forma de consolar al niño, al rato se producen vómitos, se desorientan, sufren mareos, somnolencia, o echan líquido por los oídos o por la nariz.
Ante cualquiera de estos síntomas, hay que acudir inmediatamente al médico. Al igual, que si se han hecho una herida profunda, o si, tras haberse dado un golpe, al niño le aparece un hematoma que crece de tamaño.
Imagen: Tanozzo