A partir de este momento se llevan a cabo cinco días de cultivo embrionario. En el día tercero de cultivo se realiza una biopsia embrionaria, cuando el embrión se encuentra en estado de entre seis y ocho células. La biopsia consiste en extraer una o dos células del embrión sin que por ello se comprometa su desarrollo normal.
Es entonces cuando se lleva a cabo e diagnóstico genético preimplantacional, se analizan los cromosomas y se separan los masculinos de los femeninos para después poder transferirlos al útero de la mujer solo aquellos del sexo anhelado por la paciente.
Existe otra opción más sencilla, aunque con peores resultados. Se trata de la separación de espermatozoides. Esta técnica, más sencilla que el diagnóstico genético de embriones, permite separar los espermatozoides con carga genética masculina de los femeninos. Consiste en tintar los espermatozoides.
Ayudándose de un tinte químico inocuo y fluorescente, los expertos colorean el semen y lo exponen a una luz ultravioleta. Y así saben distinguir los espermatozoides con carga genética femenina. Una vez seleccionados, se puede inseminar a la mujer con los espermatozoides elegidos, sin necesidad de someterla a tratamientos complejos de fertilidad.
Sin embargo, debido a que la fiabilidad de esta técnica no es absoluta, en la mayoría de las clínicas de Estados Unidos realizan el diagnóstico genético preimplantacional para dar seguridad a las pacientes que solicitan esta técnica.
Imagen: procrear
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