Ollie, aparentemente, es un niño feliz, tranquilo y sonriente. Nada le hace perder la sonrisa. Sonríe continuamente y además es muy fácil hacerle reír. Hasta ahí todo podría parecer una buenísima noticia.
Sin embargo, su madre comenzó a detectar que con el paso de los meses y aunque Ollie no dejaba su permanente sonrisa, su desarrollo no procedía al mismo nivel que el de su hermano. Ollie apenas balbuceaba y no conseguía seguir con la vista el dedo de su mamá.
La madre del pequeño entendió que algo raro le pasaba a su hijo, por lo que solicitó al pediatra que le hiciera análisis para saber si su desarrollo era normal. Los médicos no detectaron ninguna anomalía.
No obstante la madre del niño no cejó en su creencia de que Ollie padecía algún tipo de retraso y siguió investigando hasta que identificó los síntomas en la Enfermedad de Angelman, una anomalía cromosómica que hace que las personas que la padecen no puedan dejar de sonreír, sin que ello suponga que se encuentran bien o están felices, por lo que en el caso de los bebés es muy difícil averiguar si padecen o realmente están contentos.
La madre del pequeño lo comunicó a los médicos y pocos días después estos confirmaron el diagnóstico. La Enfermedad de Angelman también lleva asociada un tipo de epilepsia y problemas en el desarrollo cognitivo.
La foto de Ollie ha dado la vuelta al mundo y el gesto de su madre ha servido para que otros padres hayan podido identificar la enfermedad de sus bebés.
Imagen: imguol