Normalmente, al parpadear se elimina esta sustancia, pero al no realizarse esta función mientras se duerme, se acumulan en los lagrimales secreciones que se acaban cristalizando y mezclando con otros elementos (como células epiteliales, lípidos y sales de la lágrima), provocando la formación de costras y sedimentos en el borde libre de los párpados y en las pestañas.
Como los bebés, además de producir mucina en abundancia, duermen muchas horas seguidas y todavía no tienen los lagrimales bien desarrollados, es habitual que se despierten con abundantes legañas (más que los adultos).
Por eso, es conveniente realizar una cuidadosa higiene de los ojos con productos específicos como las toallitas estériles, utilizando siempre una distinta para cada ojo. Las legañas se irán reblandeciendo mientras vas realizando movimientos de fuera hacia dentro (desde el rabillo del ojo al lagrimal).
La correcta higiene ocular nos ayudará a alejar los gérmenes y a que los ojos de los niños estén sanos. Fácil, ¿verdad? Y la mar de cómodos que quedarán nuestros peques con sus ojos bien limpitos 😉
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