Son partes vivas de nuestro organismo que no paran de crecer y que necesitan que las cuidemos habitualmente. Pero, al igual que el resto del cuerpo, también enferman, y entonces les tendremos que prestar mayor atención. Algunas veces serán problemas comunes, de fácil solución, pero en otras ocasiones requerirán de tratamiento, como es el caso de los hongos.
Los padrastros pueden ser bastante habituales. Se trata de pequeños trocitos de piel que se levantan cerca de las uñas de las manos. No debemos arrancarlos, para no producir infecciones.
El uñero y el panadizo, son otros problemas que pueden sufrir nuestros niños con cierta frecuencia. La uña, puede crecer mal, clavarse en la carne o provocar una herida, el uñero (o uña encarnada). Existe el riesgo de infección que, si empeora puede producir hinchazón, enrojecimiento de la piel e incluso pequeñas ampollas.
En el caso del panadizo, se trata de una infección de las partes blandas en torno a la uña.
Además, se pueden producir lesiones si golpeamos la uña. Entones, es posible que se ponga morada y se caiga. Pero lo bueno es que en su lugar crecerá una nueva.
Por otro lado, si el niño se toca mucho las uñas o se las come, también pueden aparecer deformidades.
En principio, ninguno de estos problemas suponen nada grave, pero siempre deberás consultar a tu pediatra por si esconden algún trastorno más serio.
Imagen: blogspot
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