Como preparación para el sueño, fijad una hora para el baño y la cena e intentad mantenerlas siempre que os sea posible. Lo ideal es evitar que no cene demasiado tarde, antes de las diez de la noche, ya que a partir de esa hora son más frecuentes los cólicos y los trastornos digestivos y éstos, como es lógico, dificultarán que pueda conciliar el sueño.
Lo principal de esta rutina es que los progenitores la marquéis de común acuerdo, que la llevéis a cabo juntos, o por separado, y que hagáis partícipes a quienes os ayuden en el cuidado del bebé para que siempre se haga de una forma similar.
Para que esta pauta funcione son necesarias grandes dosis de paciencia y constancia. La adaptación del pequeño será de forma gradual, y no de un día para otro. A pesar de ello, cuando crees que ya se ha acostumbrado a dormir solo y tranquilo siempre puede ocurrir algo que perturbe su sueño.
Procurad que la ropa de dormir sea cómoda y que la habitación esté bien ventilada y a una temperatura fresca y agradable. Si creeis que le relaja, también se puede acompañar el momento de irse a dormir con algún muñeco de apego, alguna canción o con música tranquila; de hecho, no os resultará difícil encontrar ediciones especiales de música relajante para bebés.
Es importante que desde pequeños aprendan a distinguir el día y la noche. Asociando el día con la luz, el ruido o la actividad y la noche con la tranquilidad, el silencio y la oscuridad, por ejemplo.
Imagen: 24hourgymfortitudevalley
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