La parálisis puede ser de dos tipos: parálisis del sueño aislada, suele ser infrecuente y de corta duración y parálisis del sueño aislada recurrente, con episodios más frecuentes y que pueden durar de una a cuatro horas. De estos dos tipos, la parálisis del sueño aislada es la más habitual. La parálisis del sueño no es algo inusual, ya que es experimentada, al menos una vez en la vida, por casi un 40% de la población.
La parálisis del sueño, además de la imposibilidad del habla y del movimiento, suele ir acompañada de una profunda sensación de terror, sonidos o zumbidos, sensación de una presencia amenazante o presión en el pecho. Los episodios de parálisis del sueño comienzan a producirse en la adolescencia (a los catorce años aproximadamente), disminuye su frecuencia a medida que la persona crece y llega a ser esporádica al cumplir aproximadamente los treinta y cinco años.
En los últimos años, se ha comenzado a investigar el proceso que lleva a estas experiencias y la manera en que se producen. De forma resumida, en la parálisis del sueño, se produce la atonía muscular que es provocada durante la fase REM por el cerebro para prevenir que haya movimiento motor durante el sueño, de ahí la inmovilidad que el adolescente sufre. La experiencia de terror se explica por la activación de la zona en nuestro cerebro crucial en la generación de reacciones de miedo: la amígdala.
La activación de esta zona, junto a otras, genera que la persona tenga un miedo intenso, de vida o muerte, además de escuchar ruidos y tener alucinaciones lúcidas. Aún no se conoce perfectamente el proceso exacto, pero sí qué zonas del cerebro están implicadas y cómo pueden activar estas sensaciones.
Parálisis del sueño: ¿Es peligroso?
Foto | martinak15
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