Los niños inmunodependientes (con el sistema defensivo alterado) necesitan seguir una vacunación adaptada a sus circunstancias. Su sistema inmunológico puede no funcionar correctamente debido a un defecto congénito (inmunodeficiencia primaria) o a la administración de algún fármaco o terapia de forma más o menos continua (inmunodeficiencia adquirida o secundaria).
Es necesario tener en cuenta que son más susceptibles a algunas infecciones, por lo que estaría indicado vacunarles contra todos los agentes infecciosos que puedan agravar su situación. Además, la respuesta a las vacunas podría no ser la adecuada. Por eso, a veces, se necesitan dosis adicionales y pruebas que verifiquen el grado de protección o respuesta.
El pediatra también debe valorar cada vacuna del calendario, porque la introducción de microorganismos vivos podría tener consecuencias indeseables, dada la situación de sus defensas. Se podrían originar formas agresivas de la enfermedad que se pretende prevenir. Así, tanto las vacunas virales como bacterianas suelen estar contraindicadas, por no ser seguras.
La seguridad y eficacia de cada una de las vacunas dependerá del grado de inmunosupresión de los niños.
He aquí las recomendaciones generales:
- Adminitrar siempre la vacuna de la polio intramuscular (nunca por vía oral).
- Vacunación anual antigripal.
- Vacuna triple vírica.
- Vacunación contra la varicela, evitando el contacto con otras personas susceptibles a esta enfermedad, de cuatro a seis semanas después de vacunarse.
- Vacunación frente al neumococo.
- Usar una “vacunación acelerada”. Es decir, vacunar al niño previamente si, debido a su enfermedad, ha de comenzar un tratamiento que deprima su inmunidad.
- Los familiares, personal del entorno más cercano del niño y sanitarios que estén en contacto con el niño, tendrán que recibir ciertas vacunas (como la de la gripe o la de la varicela).
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