La crisis económica plantea dramas familiares que en ocasiones, se viven en la privacidad del hogar y que, sin embargo, muestran la tragedia social del desempleo. Una tragedia colectiva porque el sufrimiento de otro ser humano nunca puede ser indiferente para ninguna persona y todavía más, cuando los afectados son niños. Niños que también ven alterada su vida como consecuencia de los problemas económicos y de las dificultades de los padres para encontrar un trabajo.
Durante el curso académico, muchos niños han acudido al comedor escolar para comer cada día, pero con la llegada del verano y el final de las becas de comedor, se produce un incremento de niños que acuden a los comedores sociales para comer cada día. Comdores sociales que muestran el valor de la solidaridad en tiempos de crisis. Con frecuencia, en el caso de aquellos niños que acuden a comer a los comedores sociales durante el verano, la comida del mediodía es la única completa que pueden disfrutar al día ante la falta de recursos familiares.
A la dureza de encontrar un trabajo en tiempos de crisis económica, se suma en muchos casos, el sufrimiento que arrastran muchos padres por la incertidumbre de luchar cada mes para poder sacar a sus hijos adelante. Muchas veces, se describe la crisis económica en porcentajes numéricos, pero detrás de cada número existe una persona con nombre, apellidos y una historia única.
Además, conviene recordar que como explica Maslow, cualquier persona necesita tener sus necesidades básicas cubiertas para poder centrarse en objetivos más elevados. Pero cuando llenar la despensa y llegar a final de mes se convierte en una lucha incierta, entonces, el sufrimiento es notable.
Fuente – ABC
Foto – Mariya Prokopiuk