Por una parte, los niños demasiado infantiles son divertidos y cuando estamos cerca de ellos todo parece alegría y risa, pero, por otra, evaden continuamente sus responsabilidades, se refugian en fantasías imposibles de cumplir, y suelen culpar a los demás de todo lo que les ocurre. Pero, con el tiempo, todos crecemos y llegar a ser adultos requiere esfuerzo.
Una persona debe elegir ser adulto, y empeñarse en lograrlo. Lo primero es aceptar la responsabilidad por lo que uno es y por lo que uno hace; esto implica no evadir las obligaciones y responsabilidades y no utilizar excusas para justificar sus propias conductas. Peter Pan se quedó detenido en cierta etapa del camino con muchas conductas infantiles ancladas en su persona. Algunos niños se resisten a crecer, a madurar, porque el mundo de los adultos no les resulta atractivo.
¿Qué quiere decir demasiado infantil? ¿Puede significar permanecer como un eterno niño en un estado crónico denominado síndrome de Peter Pan?
En medio de una discusión entre padres-hijos, escuchamos decir: “¡Eres completa y absolutamente infantil!” Esta frase representa una descalificación. ¿Qué ocurre cuando las conductas del niño no están a la altura de su edad cronológica?
Si consideramos el concepto “infantil” desde el punto de vista evolutivo, encontraremos etapas o estadios que se suceden desde el nacimiento hasta la madurez. En esta progresión se combinan cambios físicos, intelectuales y afectivos, cuya integración depende de la capacidad decada individuo para desarrollar relaciones adecuadas consigo mismo y con su ambiente social.
Cada etapa es nueva, auténtica y genuina, pero mantiene partes de lo ya vivido y se constituye con fragmentos de las experiencias pasadas, nunca totalmente olvidadas, unidas a las experiencias presentes y sumadas a las futuras que proyecta la persona. Es decir, presente, pasado y futuro están ligados en cada momento de nuestro proceso evolutivo.
Crecer es saltar hacia delante y en cada salto comprender los problemas que formula la vida cotidiana para solucionarlos a nuestro favor. Cada salto nos proporciona una ganancia, pero también una pérdida… dejamos atrás muchas experiencias bonitas pero no podemos quedarnos anclados siempre en el mismo puerto. Sin embargo, son desafíos que a veces, por su intensidad emocional, producen un impacto mayor a la energía que la persona puede soportar y entonces su desarrollo psíquico pueda perturbarse, entrar en conflicto, tomando las riendas de su vida el dolor y la frustración.
Entonces el niño en cuestión se queda estancado en un espacio no real, donde el tiempo está detenido, mientras que otras de sus funciones continúan avanzando. El individuo psíquicamente evoluciona de forma fragmentada, no uniforme; presenta un avance no armónico entre su edad cronológica y su comportamiento. Peter Pan demanda atención permanente, es el centro de todas las atenciones de las personas de alrededor que le gratifican y elogian.
Los niños juegan, pelean, lloran, ríen, desean, creen en mundos de fantasía e ilusión… pero cuando crecen empiezan a entender los límites entre el sí mismo y el otro, entre las necesidades propias y las del otro… llega la madurez.
Estos niños están fijos a estos momentos infantiles, nunca superados. El Síndrome de Peter Pan habla de los que nunca crecieron y decidieron refugiarse en un mundo de fantasía en el que cualquier deseo era satisfecho, no había que esforzarse y no se exigía ninguna responsabilidad más allá de lo que la propia voluntad deseara.
Para crecer, el chico será “mayor” y trabajará para ello, desarrollando el compromiso, la empatía y la responsabilidad por sí mismo y dejará atrás dependencias y sobreprotecciones de niño.
¿Qué características tiene el niño Peter Pan?
Peter Pan es una adulto según su edad, pero un niño según su conducta. Puede aparentar seguridad en sí mismo, orgullo y cierta arrogancia y presunción pero en el fondo se siente vulnerable, tiene miedo…
Su presencia no pasa desapercibida, es el centro de atención y los demás Su presencia no pasa desapercibida, es el centro de atención y los demás quedan en segundo plano en un principio pero en el fondo es indeciso, inseguro, teme que no sea importante para las personas y se muestra una máscara de seguridad y alegría sólo aparente…
Siempre pone excusas cuando algo implica esfuerzo y no es de su agrado, habla de proyectos imposibles, juegos, pasatiempos, historias amorosas… así da muestras de su incapacidad para madurar.
Siempre jugando…
Peter Pan tiene un problema, pero… ¿se da cuenta?; lo que hace es culpar y hacer responsables a todos los demás de lo que le sucede. Necesitaría sentir en carne propia las consecuencias de sus actuaciones, así podría empezar a pensar en un cambio de actitud. Los niños que empiezan a desarrollar este síndrome se refugian en el mundo fantástico que construyen en su propia mente. Le asustan las responsabilidades, son imaginativos y soñadores. Les cuesta obedecer las órdenes, se olvidan de los recados, no les interesa nada de aquello que sirva para hacerse mayores. Solo juegan y no se comprometen ni se implican; sus aventuras versan sobre dragones, caballeros, piratas, fantasía.
Sería conveniente permitir que se enfrentara a la realidad y asumiera sus consecuencias, pues hacerse cargo de las responsabilidades de Peter Pan no es la actitud correcta.
Es importante apoyarlo, elogiar las partes positivas de su personalidad, pedirle que tome las riendas, decida o actúe motu propio en aquellas situaciones de la vida cotidiana que con frecuencia nos cuestan superar. Podemos darles pequeñas responsabilidades en función de su edad, valorando sus progresos, teniendo en cuenta sus opiniones, reforzando su autoestima y proporcionándoles autonomía.
¿Cuándo empieza a desarrollarse el síntoma?
Las raíces están en la primera infancia. Los niños se consideran el centro de todo el universo y nosotros, los adultos, satisfacemos sus necesidades básicas al momento. Pero, a medida que crecen, deben aprender que sus demandas no siempre pueden cumplirse en el momento en que ellos quieren ni por la persona que desean.
Aprenderán que existe un horario para comer, otro para jugar, que no todos los juguetes pueden ser suyos, que no pueden dormir en la cama de los papás… Esta etapa madurativa guiará al niño para comenzar a enfrentarse al mundo por sí mismo.
Sobre los siete u ocho años empezamos a observar si el comportamiento del niño es demasiado infantil.
Perfil de un niño Peter Pan
- Impaciente: le cuesta esperar, sus deseos necesitan estar siempre satisfechos al momento.
- Actor dramático: tiene grandes capacidades para la interpretación.
- Imaginativo y fantasioso: inventa continuamente, sueña en la realidad.
- Celoso: siempre desea que todos los adultos estén pendientes de él aunque conviva con más niños.
- Posesivo: le cuesta compartir en todos los órdenes y especialmente el cariño de su madre.
- Egoísta: desea las cosas de los demás, jamás está satisfecho con lo que tiene.
- Sentimental: al estar sobreprotegido por la madre, se convierte en un niño demasiado susceptible y delicado.
- Poco tolerante a las frustraciones: orgulloso, no admite las derrotas y se muestra vulnerable.
Empieza a prevenir si el niño presenta los siguientes rasgos:
- Le gusta seguir siendo siempre el centro de atención a medida que avanza en edad.
- Se muestra intolerante a las diversas frustraciones.
- No se compromete con ninguna causa y evita cualquier tipo de compromiso.
- Disfruta demasiado con los juegos fantásticos.
- Es demasiado dependiente de los demás.
- Se le puede engañar fácilmente, aunque vaya avanzado en edad.
- Le gusta estar siempre solo, aunque sus amigos le busquen.
Fotos | ~Silvinka~; Plasticinaa; Eric Peacock; Mindaugas Danys;