Todas las personas tenemos unos conductos lagrimales que comunican los párpados con la nariz, llevando por ellos la lágrima hasta la nariz y luego a la garganta. Ese es el motivo por el cual, cuando instilamos unas gotas en los ojos o en la nariz, a veces notamos su sabor en la boca; esto indica indirectamente que dichos conductos son permeables.
En los recién nacidos, en ocasiones, esos conductos no se han permeabilizado correctamente, la mayoría de las veces por una obstrucción a nivel de su desembocadura en la nariz. Ello condiciona que la lágrima (que está en constante producción) se acumule sin poder eliminarse y se produzca el lagrimeo constante. Este depósito de lágrima acumulada en ocasiones se contamina (no olvidemos que estamos hablando de recién nacidos) por efecto de las manitas sucias, moquitos, etcétera, y eso es lo que produce las legañas o secreciones.
El lagrimeo ocurre en hasta un cinco por ciento de los recién nacidos, siendo una patología relativamente frecuente que no debe alarmarnos, pero debemos adoptar las medidas adecuadas para resolverlo a tiempo y de la manera correcta.
Es necesario tratarlo
Este problema debe ser valorado por nuestro oftalmólogo pediátrico para que confirme dicha obstrucción, así para que inicialmente nos trate la posible infección (legañas) mediante algún colirio antibiótico. Asimismo, nos indicará las medidas higiénicas y de masaje adecuadas para favorecer que dicho conducto se permeabilice de forma espontánea en los primeros meses de vida (el 50 por ciento de las obstrucciones lagrimales se permeabilizan espontáneamente con tratamiento conservador en los primeros 4-6 meses de vida).
En caso de que la infección persista, deberá tomarse una muestra de las secreciones para hacer un análisis con la finalidad de identificar el germen y pautar el tratamiento antibiótico idóneo para su eliminación. Si a pesar de todo el lagrimeo persiste (aunque no haya legañas y sea una lágrima limpia), nos deben establecer las medidas adecuadas para resolverlo, las cuales consistirán en la realización de un sondaje bajo sedación, que consiste en dormir al niño y pasar una pequeña guía-sonda desde el punto lagrimal hasta la nariz y posteriormente comprobar con suero y un colorante que dicha vía se mantiene permeable. Esta es una maniobra no exenta de los riesgos propios de toda intervención quirúrgica, pero ineludible de realizarse y que dura escasos minutos.
La mayoría de las obstrucciones congénitas del lagrimal sondadas antes del año de edad se solucionan, si bien un escaso porcentaje puede requerir la repetición del proceso en caso de que persista el lagrimeo porque se vuelva a obstruir, y menos de un 10 por ciento requieren otras intervenciones quirúrgicas más complejas.
El éxito del tratamiento de esta patología en la mayoría de las ocasiones se fundamenta en la instauración de un correcto tratamiento a tiempo, y eso quiere decir la realización del sondaje a partir de los seis meses de edad y antes del año, pues posteriormente el riesgo de fracaso del sondaje aumenta en relación directa con la edad, condenando al niño a un lagrimeo constante con el riesgo de infecciones repetidas y/o una intervención mucho más compleja en edades posteriores.
Infección, un síntoma de gravedad
Es importante destacar que en caso de infecciones severas, y especialmente si cursan con fiebre, estaríamos ante procesos mucho más graves y que en ocasiones pueden incluso comprometer la vida del niño, por lo que dada la corta edad, ante toda infección severa, el consejo de nuestro oftalmólogo pediátrico y de nuestro pediatra son fundamentales de forma urgente, no debiendo demorarse y en ocasiones requiriendo hospitalización para resolver la infección.
La fiebre en un niño con obstrucción del conducto lagrimal requiere valoración urgente, pues puede esconder una infección mucho más severa que debe tratarse inmediatamente bajo un estricto control.
No lo dejes pasar
En la mayoría de las ocasiones un correcto tratamiento a tiempo nos va a evitar muchos problemas posteriores. No debemos dejar pasar el tiempo sobre una obstrucción lagrimal sin un consejo experto que nos establezca el tratamiento y los tiempos a seguir.
Fotos | Aidarile; familiaysalud; Daniel Lobo