Hace pocos días os hablé sobre lo que podríamos encontrarnos al llevarnos a nuestro recién nacido a casa. Despejadas esas dudas nos surgirán otras que, según vaya creciendo nuestro recién nacido, invadirán nuestra cabeza. Nunca está de más recibir una serie de pautas y consejos para saber cómo reaccionar ante las novedosas situaciones que nos hará vivir el nuevo integrante de la familia.
¿Por qué pierde peso en los primeros días tras nacer?
Es algo normal y transitorio, denominado pérdida fisiológica de peso. Durante los cuatro primeros días de vida, el recién nacido suele perder entre el cuatro y el diez por ciento del peso que registró al nacer, debido a la pérdida de líquidos que sufre al pasar del ambiente acuoso del útero al ambiente seco del exterior. En este descenso de peso también influye la eliminación de las heces y la orina y la poca cantidad de calorías que tiene el calostro.
En condiciones normales, el bebé volverá a su peso original entre el décimo y el decimocuarto día de vida. A partir de ahí, irá aumentando paulatinamente, a un ritmo de unos veinte gramos al día. El pediatra controlará que todo va bien.
¿Siempre debe dormir boca arriba?
Que el bebé duerma boca arriba es una medida postural recomendada por los pediatras para prevenir el síndrome de la muerte súbita del lactante (es la más importante, junto a otras como no fumar junto al bebé, que duerma con el chupete o que tome lactancia materna como factor protector).
Por tanto, frente a este problema, se sugiere que el pequeño siempre duerma boca arriba, no boca abajo, aunque colocarlo de lado es una buena idea. Aunque también es importante que duerma en un colchón consistente y que no haya mantas, edredones, almohadas o peluches que puedan obstaculizar su correcta respiración.
Sin embargo, durante el día, cuando el bebé esté tumbado, pero despierto, hay que cambiarle de postura de vez en cuando, para evitar que se produzcan deformaciones en su cabeza.
¿Cómo es su visión?
Al nacer, el bebé tiene sólo un cinco por ciento de la visión que alcanzará de adulto. De hecho, es su sentido menos desarrollado, por lo que necesita ir adquiriendo las destrezas necesarias para enfocar y hacer que sus ojos funcionen coordinadamente.
Así, el recién nacido tiene una visión borrosa y comienza viendo sólo en blanco y negro, porque los conos, responsables de captar el color, aún no se han desarrollado. Perciba a las personas o a las cosas a unos 25 centímetros de distancia, como máximo, y diferencia las formas gracias al contraste entre lo iluminado o lo no iluminado.
Hacia los tres meses comenzará a memorizar las caras de las personas con las que convive frecuentemente y a seguir con la mirada el desplazamiento de los objetos.
¿Tengo que abrigarle mucho?
Si tú tienes calor seguro que él también. Es decir, se debe vestir al bebé en función de la temperatura que haga, pero sin abrigarle excesivamente para que no sude (la temperatura ambiental en casa ha de ser de unos 22ºC). Si notas que tiene frías las manos y los pies, puedes recurrir a unas manoplas y unos patucos.
En el caso de los recién nacidos, hay que tener la precaución de ponerles un gorrito de algodón durante los primeros días, ya que tienen un sistema de termorregulación distinto al delos adultos y pierden más calor por la cabeza.
¿Por qué estornuda tanto?
Los recién nacidos suelen estornudar a menudo como una especie de reflejo de su sistema respiratorio, que les sirve para limpiar las vías nasales. Así, este hecho no tiene porqué significar que están continuamente resfriados.
El estornudo lo puedes desencadenar numerosos irritantes del ambiente como el humo, los perfumes, el polvo o incluso la luz brillante del sol.
Si le cojo en brazos demasiado, ¿le malcriaré?
El bebé necesita nuestro contacto y cariño y cogerle en brazos es dar respuesta a su demanda en una etapa de su vida en la que no para de descubrir cosas nuevas, que pueden asustarle. Los reconfortantes brazos de la madre o el padre ayudan a alejar miedos. Por tanto, hasta que el bebé supere estos temores, no hay que tener reparo de cogerle (sobre todo cuando llora).
Además, coger al bebé estrecha lazos, es una manifestación de afecto, una forma de estimulación (el pequeño, desde esa posición, observa mejor todo lo que le rodea) y también una manera de satisfacer nuestro instinto paternal.
¿Por qué vomita la leche?
Si es poca la cantidad de leche expulsada, no huele mal y no se producen náuseas (arcadas), en realidad el bebé no es que vomite, sino que regurgita. La regurgitación es la expulsión de leche tras la toma (o durante ella), como manera de eliminar un exceso de comida. Esto se produce por la inmadurez del aparato digestivo y es bastante común en los lactantes. No te preocupes porque no causa ningún dolor al bebé y suele desaparecer al año de edad.
¿Cómo sé si está bien alimentado?
En el caso de la lactancia artificial, puedes cuantificar la cantidad de leche que recibe el pequeño en cada toma (medidas de los cacitos), de manera que se asegura un aporte alimenticio adecuado.
En cambio, cuando el bebé es amamantado debes observar otras cosas. La alimentación eficaz se comprueba porque él se muestra activo al comienzo de la toma y al principio succiona rápidamente, para bajar el ritmo después. Tú notas el reflejo de salida de la leche y ves al bebé tragar. Además, el pecho está más vacío al finalizar la toma.
Otra señal de que el bebé está tomando la cantidad de leche indicada es que moja de cuatro a seis pañales a partir del cuarto día de vida y puede realizar unas cinco o seis deposiciones diarias, incluso una en cada toma. Sin embargo, también puede llegar un momento en el que las deposiciones se hagan más espaciadas, cada dos o tres días, pero igualmente abundantes, siendo considerado normal este patrón.
¿Cómo tengo que lavar su ropa?
Debes lavar toda la ropa del bebé (también su ropa de cama) antes de ser estrenada y, durante los 12 primeros meses de vida, es mejor que lo hagas por separado del resto de la colada familiar. La puedes lavar a mano o en la lavadora, pero lo importante es que se aclare muy bien, para que no queden restos de jabón.
En cuanto a los detergentes, tanto los pediatras como los dermatólogos recomiendan tener especial cuidado con ellos, por la sensibilidad de la piel (más aún si el bebé padece alguna dermatitis). Por tanto, hay que utilizar uno muy suave y específico para este tipo de ropa. No hay que usar suavizante, ni lejía.
Lo mejor es secarla al aire y luego plancharla, siguiendo las instrucciones de cada prenda concreta.
¿De qué manera debo tomarle la temperatura?
Ten en cuenta que la temperatura corporal cambia según la hora del día (es más bajas por las mañanas y más altas por las tardes) y registra pequeñas variaciones según la zona en la que se mide.
Lo mejor para los bebés es medir la temperatura rectal con un termómetro digital. Hay que introducirlo suavemente hasta que la punta plateada no sea visible (unos 2 centímetros). Si es necesario, puedes lubricar con un poco de vaselina la punta, para que se deslice bien. Mantenerlo durante unos dos o tres minutos y comprueba la medición. Cuando la temperatura rectal es superior a 37,5ºC o 38ºC, se puede considerar que el bebé tiene fiebre.
La medición en la axila está indicada para mayores de tres años. Otros sistemas como las tiras de medición sobre la frente o el termómetro ótico (oído) no suelen ser tan precisos.
¿A qué juego con el bebé?
Durante los primeros meses, lo esencial es estimular al bebé y ayudarle a descubrir su cuerpo y el mundo que le rodea. Lo que más le gustará es jugar contigo. Simplemente mostrarle un espejo y observar cómo reacciona, hacerle muecas, sacarle la lengua o sonreírle puede ser un gran juego para él. También le encantará que le hagas el “cucu-tras” y que le cantes o que miréis libros para bebés juntos.
Le llamarán la atención los juguetes brillantes, con colores fuertes y los que se mueven o tienen sonidos y música. Además, le gustarán los muñecos blanditos. Poco a poco le irán interesando los juegos de apilar bloques o los juguetes que requieren abrir y cerrar o meter un objeto dentro de otro.
Fotos | Dan Cross; Christian Arballo; Eduardo Merille; Michelle Kroll