Personas u objetos, ositos de peluche, personajes inventados o reproducidos de dibujos animados o películas… Los amigos imaginarios pueden adquirir diferentes formas y surgen, en principio, como idealizaciones positivas. Cumplen la misión de cubrir un espacio de fantasía, donde el niño puede conversar libremente, jugar y realizarse. Satisfacen sus ideas, deseos e incluso algunas necesidades de expresión que no encuentran en su ambiente habitual. Constituyen, por tanto, una especie de entrenamiento personal para el pequeño.
En general, se trata de una fase de transición que puede ayudar al niño a expresar sus sentimientos en determinados momentos, por lo que su función, bajo esta premisa, es positiva.
Los primeros amigos
Normalmente, los amigos imaginarios son un fenómeno que se da en niños de aproximadamente dos o tres años, y son más propensos los hijos únicos que conviven solos con el mundo adulto y que no han asistido todavía al colegio o a la guardería. Por este motivo, los compañeros inventados desaparecen cuando los pequeños se incorporan al colegio, donde encuentran su espacio de socialización con iguales.
También la existencia de los amigos imaginarios es más frecuente en los niños más sensibles, con una creatividad y fantasía mayor. De hecho, se llega a afirmar que serán estos niños precisamente los que en la edad adulta elegirán carreras o profesiones donde puedan dar rienda suelta a la creatividad, tales como diseñadores gráficos, publicistas, artistas…
Pero parece ser que esto no abarca más allá de los seis años de edad, ya que a estas edades, el contacto con amigos reales es tal que sustituye la necesidad que tiene de utilizar a su amigo imaginario para expresar afectos, jugar, negociar y encontrar la posición que le corresponde en el mundo.
Claves de actuación para padres
- Evita delegar en su amigo imaginario las culpas de algo que haya hecho el niño. Sus actos tienen consecuencias y él debe asumirlas.
- Fomenta el contacto social, llevándole a parques donde haya más niños o invitando a otros amigos a casa (y dejando que él vaya a las suyas).
- Dale cierta libertad de elegir sus actividades lúdicas sin marcar en exceso lo que debe hacer. Eso sí, hay que limitar la televisión y los videojuegos. Estas actividades son buenas en su justa medida, siempre que la balanza esté equilibrada y el niño interactúe de manera activa con sus iguales.
- Facilita su libertad de expresión, ofreciéndole todo tipo de material para que él represente lo que necesita: hojas y pinturas, plastilina, etcétera.
Funciones positivas
Tener amigos imaginarios sirve para:
- Desarrollar la fantasía: el niño tiene un mundo imaginario donde se siente libre de expresar sus miedos, alegrías, preocupaciones…
- Desarrollar sus emociones, liberar y expresar sus sentimientos y ser más creativo.
- Proyectar posibles conflictos internos que, de otra manera, quedarían encapsulados.
- Vencer obstáculos: a través de su imaginación, el niño crea historias en las que su “héroe” vence al mal. El mensaje positivo sería: “si mi amigo vence al mal, yo también puedo hacerlo con mis obstáculos”, se siente fuerte, ya que vive el éxito a través de sus imaginaciones. Lo podemos interpretar como alimento de su autoestima.
- Empatizar: al empatizar con sus amigos imaginarios, posteriormente también lo hará con sus amigos reales.
- Entrenarse: el niño experimenta primero en la fantasía y luego lo extiende a sus realidades. Imaginarse cómo se comportaría su amigo le da ideas de cómo hacerlo él.
- Mejorar el lenguaje: el hecho de tener un amigo imaginario puede reportar una mayor habilidad en la comunicación, ya que el niño ensaya de forma libre y lo aplica al resto de sus conversaciones.
Consulta a un experto si…
- El contacto con estos amigos imaginarios se orienta a conductas agresivas o solo le sirve al niño para pelear con ellos.
- Va más allá de la edad en la que los niños ya si tienen un contacto regular con sus iguales. Además, el amigo imaginario puede aparecer en edades avanzadas, para suplir la falta de amistades reales. Esto puede significar una huida de la soledad.
- Existe una especial introversión o retraimiento social a partir de la aparición del amigo imaginario.
- El niño esconde o protege en exceso a los amigos imaginarios o se resguarda de ellos.
- El pequeño se aparta de la realidad o no es capaz de discernirse y salirse de su mundo.
- El amigo imaginario le sirve como excusa para rehuir sus responsabilidades y quehaceres cotidianos.
A modo de conclusión, siempre y cuando no detectéis en vuestros pequeños algunos de los últimos puntos, considero que el niño se inventa amigos imaginarios para satisfacer algunos deseos o necesidades. Es algo normal, e incluso beneficioso, dentro del desarrollo infantil.
Fotos | Travis Swan; Dan Hatton; Philippe Put