La felicidad de nuestros hijos es nuestra principal preocupación. Que su crecimiento sea sano y adecuado nos preocupa. En este aspecto, la búsqueda de una autoestima sólida es una de las medidas a tomar para ayudarles a convertirse en humanos con las ideas claras y llenos de amor propio. Por eso hemos de detenernos a observarles y actuar en función de sus necesidades y de manera guiada hacia ese objetivo.
La autoestima en el niño
La autoestima es el sentimiento valorativo propio de quiénes somos, de nuestro conjunto de rasgos corporales, mentales y espirituales, que componen nuestra personalidad. Esta cambia a lo largo de los años, desde que empieza a aflorar en nosotros el concepto de ‘cómo nos ven los demás’ (que ocurre a partir de los cinco o seis años).
En la conformación de este concepto influyen diferentes factores: los de tipo personal (cómo el pequeño percibe su imagen corporal, sus habilidades físicas e intelectuales), las personas más significativas de su entorno (padres, hermanos, profesores y amigos) y los factores sociales (valores culturales y creencias). Se puede decir, por tanto, que el desarrollo de la autoestima del niño está ligado íntimamente a los valores de la sociedad en la que nace y crece.
Los beneficios de la buena autoestima
Esta conformación de la autoestima es muy vulnerable en los primeros años de vida, debido a la escasez de experiencias que permiten al pequeño formarse una idea de sí mismo. Así, un niño con una alta confianza en sí mismo estará más capacitado para superar las dificultades que se le presenten. No debemos confundir autoestima y soberbia. Fomentar la autoestima no tiene nada que ver con inculcarle la idea de ser perfecto, sino con hacerle consciente de sus posibilidades, que se sepa valioso y competente; consciente de la importancia de aprender. Así, cuando necesite ayuda no se sentirá disminuido.
Además, debemos tener en cuenta que para el peque, las consideraciones y críticas que reciba de los adultos, especialmente de aquellos que son más importantes para él, pueden ser muy influyentes en la percepción que este se forma de sí mismo.
El papel de los padres
Preocuparnos por que nuestros hijos tengan una buena salud física es lo más habitual, así debe serlo también por el fomento de su estabilidad y salud emocional. Este aspecto fundamental que es la autoestima no es algo que se aprenda en el cole, sino que se construye a través de las relaciones personales, que empiezan en el hogar. Así, papás y profesores han de estar pendientes de los cambios emocionales y de humor de los niños; brindándoles la seguridad y afecto que merecen y que les forjarán intelectual y emocionalmente como futuros adultos.
Ideas para hacer crecer su autoestima
Para contribuir de la mejor manera posible al crecimiento de la confianza en sí mismo, tomad nota de estos sencillos comportamientos que pueden introducir un importante cambio en la percepción que los peques tienen sobre sí mismos y sobre vuestra relación.
- Señálale lo positivo. Elogia aquello que haga bien del mismo modo que se lo haces saber cuando alguna conducta no es correcta. Lo agradecerá y posiblemente incida en este tipo de comportamientos.
- No le exijas perfección. Nadie es perfecto y es muy importante transmitir a nuestros hijos esto; que sepan que los queremos tal y como son hará que no aparezcan en ellos exigencias extra que minen su autoestima.
- Trátale como quieras que te trate. La mejor manera de predicar la buena educación es con el ejemplo. De igual manera que en la calle pides por favor y das las gracias; hazlo con tu pequeño. Así él lo hará contigo y fuera de casa con una conducta prosocial.
- Escucha y responde. Para el niño, solucionar sus dudas es fundamental. Por eso será significativo tomar en serio lo que dice y considerarlo importante, si no lo haces, el pequeño se sentirá desvalorado. Del mismo modo, trata de ser sincero con él y dar la respuesta más veraz posible, así como admitirle cuando no sepas algo (aspecto que le reforzará la idea de que siempre es momento de aprender).
- Impúlsale a tomar decisiones. Que se vea capacitado para ello le hará creer en sí mismo y en sus posibilidades. Déjale empezar a hacerlo en pequeñas cosas, como elegir qué ropa ponerse o dónde colocar sus cosas en la habitación. Dale responsabilidades.
- Fomenta sus intereses y habilidades. Si algo le apasiona, impúlsale a explorarlo y probarlo a fondo. Es importante que disfrute con lo que hace, del mismo modo, si observas que una actividad le supera o no le interesa en absoluto, permítele dejarlo.
- Promueve su autonomía. Es importante que se sienta autónomo, que aprenda a organizar por sí mismo y a ser responsable. Por ejemplo, que no tengas que supervisar si realiza sus tareas y que sepa cuáles son las consecuencias de no hacerlas.
- Evita las comparaciones. Cada niño es un mundo. Por ello, las aptitudes y actitudes de cada uno serán diferentes. Corresponde a los padres ser conscientes de cómo ayudar a su hijo a conseguir determinados objetivos, pero hacerlo desde el propio niño y no poniéndole como ejemplo el camino de otro, pues puede ser muy diferente y no necesariamente el más conveniente.
- Sé afectivo. Sentirse querido es la mejor inyección anímica que le puedes dar.
- Juega con él. Se dará cuenta de que le prestas atención y disfrutas pasando tiempo con él, esto fomentará vuestra relación y la confianza mutua.
- Mantén contacto con otros miembros de la familia con regularidad. Abuelos, primos, amigos… Emplead tiempo en estar con los seres queridos. Esto ampliará su mira, le hará sentirse querido y, sin duda, les divertirá.
- Crea un ambiente ordenado. Percibir el orden en casa, tener horarios… Todo eso contribuirá a su estabilidad emocional. Incide en que mantenga el orden en su habitación, despejará sus ideas.
- No le exijas lo que no está a su alcance. No olvides que se trata de un niño, que, además de cumplir obligaciones, tiene que jugar mucho y disfrutar. No le colmes de tareas que no puede terminar o para las que, simplemente, aún no está capacitado. Esto evitará la posible frustración.
- Frente a los obstáculos, asesórale. A veces, marcar el camino con detalle no es la mejor manera de invitar a su crecimiento. Por ello, el asesoramiento verbal es quizá la mejor manera de guiarle pero dejando lugar a se descubrimiento y aprendizaje.
Que los peques se sientan capacitados, habilidosos y con gusto por explorar es el resultado de un buen trabajo con su autoestima. Déjales probar y ser ellos mismos, dentro de los límites de lo seguro, por supuesto. Cosas tan sencillas como dejarles ayudarte a cocinar una rica cena para una ocasión especial pueden hacerles sentir muy valiosos; además de afortunados de compartir momentos con sus papis, los seres a los que, sin duda, más quieren y admiran.
Fotos | milena mihaylova; brianna.lehman; Mait Jüriado
[…] el mismo juguete desde la trona, riéndose con la misma intensidad que la primera vez. El vínculo, la seguridad y la autoestima aumentan cuando compartimos esos juegos con […]