La ingesta de fármacos durante el embarazo puede resultar un obstáculo, ya que pasan de la madre al feto, sobre todo a través de la placenta. Sin embargo, hay que confiar en la medicina y a partir de la base de que cualquier medicamento es analizado con suma precaución antes de aconsejarlo en una embarazada.
Riesgo de malformaciones
Ciertos fármacos pueden afectar tanto al feto como a la futura madre, provocando un aborto, por ejemplo. Pero, concretamente, si el futuro bebé se expone a determinados medicamentos se pueden producir efectos negativos como malformaciones o alteraciones en ciertos órganos. A pesar de todo, del total de malformaciones que pueden aparecer en un recién nacido, tan solo el uno por ciento es atribuible a la acción teratógena (causante de malformación) de un medicamento.
Además, la Teratología (ciencia que estudia las malformaciones producidas por agentes externos) ha avanzado notablemente hasta tener actualmente bien delimitados los medicamentos de uso habitual, que pueden ser peligrosos en el embarazo.
Existen sistemas de clasificación en distintos países de los fármacos durante la gestación, organizados en categorías de riesgo de producir alteraciones en el embrión o el feto en formación. Desde la categoría que tiene demostrada su total inocuidad, hasta la que tiene igualmente demostrada su potencial acción malformativa, se organizan en orden creciente de peligro, en base a la experiencia de uso en mujeres embarazadas, la experimentación animal o la falta de cualquiera de ellas.
La valoración del profesional
El ginecólogo se ajustará siempre a estos criterios, considerando en todo momento el prescribir la mínima cantidad posible de fármacos y eligiendo los que tengan acreditada su inocuidad. El profesional utiliza las clasificaciones para su prescripción y, en caso de duda, siempre opta por el fármaco menos peligroso. Cuando haya que usar alguno de menos seguridad, solo en casos de cuadro graves, se valorarán los beneficios esperados frente a los posibles riesgos del tratamiento.
Otra precaución que siempre se adopta es la de optar por los fármacos que lleven más tiempo de uso, por su mayor conocimiento y demostración de inocuidad. Por tanto, se intenta no recurrir, salvo caso muy necesario, a los más nuevos, de los que se tienen pocos datos de uso en embarazadas.
Con todo, no hay que temer ingerir durante el embarazo los medicamentos prescritos por un médico, porque existen muchos de ellos que no comportan riesgo alguno. Eso sí, si la gestación no es evidente, hay que comunicárselo siempre a cualquier profesional médico antes de cualquier prescripción.
Alivio para el dolor
Es muy frecuente tener que usar analgesia por dolor de diferentes tipos en la gestación. En este caso, el paracetamol, salvo casos de insuficiencia hepática (poco frecuente) es el medicamento de elección en el embarazo. En caso de dolores de más entidad, con requerimiento de analgésicos más potentes, será el ginecólogo quien establecerá el criterio a seguir. Lo que sí es importante aclarar es que no es aconsejable el uso de la aspirina.
Tipos de fármacos
- Los antibióticos: son medicamentos de amplia difusión y utilización, pero su administración siempre requiere la prescripción de un médico. En el caso del embarazo, como norma, usaremos aquellos que no generen problemas como las penicilinas y cefalosporinas y algunos otros, de amplio uso, que no plantean inconvenientes por riesgos especiales.
- Los sedantes: también son otra familia de fármacos de amplio uso y con ellos debemos tener la misma precaución, especialmente en las primeras fases del embarazo, porque podrían resultar peligrosos.
- Los antidepresivos modernos: han demostrado su inocuidad en muchos casos, pero es el médico quien debe valorar.
- Determinados anticoagulantes, los antitiroideos, algunos antiepilépticos, antibióticos como las tetraciclinas o la estreptomicina, los quimioterápicos usados en el tratamiento del cáncer, algunos tratamientos del acné o de la artritis reumatoide y algunos tratamientos antipsicóticos: tienen riesgos y deben ser manejados con cautela durante el embarazo, de acuerdo, a las directrices que los determinados especialistas en cada patología concreta y los ginecólogos conocen, adecuando la situación al menor riesgo posible.
- Medicamentos homeopáticos: la homeopatía se basa en la respuesta del propio organismo a la administración de pequeñas dosis de sustancias naturales. Se ha demostrado su acción beneficiosa para determinados síntomas frecuentes en el embarazo, ya que los homeópatas conocen los mecanismos de teratogenia y adaptarán el tratamiento a la situación del embarazo, evitando riesgos. Es importante el consejo del experto.
Nunca te automediques
Se hace más necesario que nunca en esta situación especial que supone el embarazo, no realizar autoprescripción de ningún fármaco. La futura mamá no debe automedicarse. Esta práctica es siempre desaconsejada y, durante la gestación, presenta mayores riesgos porque no solo está en juego la salud de la madre, sino también por la potencial acción perjudicial sobre el feto en formación.
El periodo más importante para estos efectos es el primer trimestre del embarazo, época en la que se encuentran en formación las estructuras del embrión y en la que existe una mayor sensibilidad a la acción de los medicamentos sobre este complicado y delicado proceso.
Dentro de este consejo de no automedicarse, también se engloban las plantas. La creencia de que estas son inocuas es errónea y, de hecho, muchos tratamientos “naturales” (adquiridos en un herbolario, por ejemplo) también pueden provocar efectos adversos (abortos, contracciones o incluso también malformaciones).
Fotos | DraconianRain; jess.g.; Bethany Brown