Muchos padres se quejan de que sus hijos no hacen lo que se les pide. En ocasiones, esta queja, aunque comprensible, no es del todo justa, ya que puede ser que sus hijos no tengan edad para responder a sus peticiones o que usan una manera errónea de pedírselo.
El efecto de ambos equívocos puede mitigarse con el conocimiento de algunos aspectos del desarrollo evolutivo del niño y de ciertos trucos para hacer las peticiones del mejor modo posible. Lo primero favorece una mayor educación entre los propósitos de los padres y las capacidades de sus hijos. Lo segundo aumenta el número de veces en las que sus hijos cumplen sus instrucciones. Y con ello mejorará la relación entre ambos.
Capacidades según la edad
Aunque existen excepciones, la mayoría de los niños crecen siguiendo una secuencia similar, que se ve fuertemente influenciada por la edad. En función de ella, quedan delimitadas algunas de sus capacidades y la expresión de determinadas reacciones y sentimientos.
Los niños están en continúa evolución física, psicológica y social. Conocer parte del recorrido de esta evolución ayudará a mejorar la actuación de los padres, que, en muchos casos, por simple desconocimiento, llegan a preocuparse por si su hijo tiene un problema, o dudan de si ellos están ejerciendo bien su función. Por otro lado, el niño reducirá la frustración que muchas veces siente al no poder satisfacerlos.
Los tres primeros años
Durante su primer año de vida el niño desarrolla la capacidad de levantar las manos y los pies cuando se le viste. También es capaz de levantarse del suelo y estar de pie apoyándose, por ejemplo, en algún mueble. En el transcurso del segundo año empiezan a saber lavarse las manos y la cara, aunque con ayuda. Le gusta coger, manipular objetos y llevárselos a la boca. Es curioso ante las cosas que le rodean. Con dos años y medio puede llegar a limpiarse y secarse las manos solo.
Ya en el último semestre hasta llegar a los tres años es capaz, ayudándole, de empezar a vestirse. Durante todo este acostumbra a estar bastante inquieto. Puede dar pequeñas muestras de un comportamiento desafiante, respondiendo con berrinches y rabietas cuando se le niega alguna cosa o se produce algún cambio en la situación en que se encuentra. Le gustará copiar e imitar a personas cercanas.
Todavía no conoce todas las partes del cuerpo, y hay que tener en cuenta que su nivel de atención es muy breve. Se concentra en una actividad durante unos minutos, pero luego siente el impulso de pasar a otra. No debemos olvidar tampoco que durante esta época surgen muchos miedos, típicos en niños de su edad. Por ejemplo, el miedo a la pérdida súbita de apoyo físico o a los ruidos fuertes. También el miedo a extraños, a la separación de los padres, a las heridas y a la oscuridad, entre otros.
Desde los tres años
En el transcurso del tercer año de vida puede llorar fácilmente o exaltarse en determinadas situaciones. Será capaz de recibir dos indicaciones seguidas. Por ejemplo, “dame el vaso y después recoge el cojín”. Es el momento en que empieza a interesarse por la gente, prefiriendo estar cerca de adultos y familiares con los que se siente seguro, a la par que se muestra deseoso de gustarles, tratando de demostrar todas sus habilidades. “Mirad lo que hago”.
En años sucesivos buscará intencionadamente el reconocimiento positivo y es bueno que lo obtenga. En contraposición, también buscará el negativo, comportándose disparatadamente y de forma traviesa solo por ver la reacción de los demás. Explorará límites, hasta dónde puede llegar. En este caso tal comportamiento es mejor ignorarlo; lógicamente, siempre y cuando no entrañe peligro o sea excesivamente molesto, donde será más conveniente reprenderle.
Su capacidad de concentración aumentará progresivamente, pero todavía en este periodo será fácil que se distraiga y pretenda hacer todo a la vez.
Errores comunes de los padres
- El encadenamiento de muchas peticiones a la vez. Por ejemplo, “recoge la ropa, luego cepíllate los dientes, quítate los zapatos y llévalos al armario”.
- Indicaciones poco claras y específicas. Es decir, poco concretas y susceptibles de muchas interpretaciones. “Sé bueno”, “Ten cuidado”.
- Afirmaciones en forma interrogativa: es decir, preguntas del tipo ¿Puedes recoger lo que has tirado? cuando lo que realmente quieren los padres es que el niño recoja, no consultárselo.
- Expresiones ambiguas: “Vamos a buscar esto”. Este ‘vamos’ puede llevar a la confusión. El niño puede pensar que vas a ir con él. Si la pretensión es que vaya solo, es mejor usar expresiones tipo “Yo quiero que busques esto”.
- Dar justificaciones: si éstas van después de la petición se impide la correcta asimilación de la misma. El niño se distrae.
Cómo hacer peticiones correctamente
- Consigue que el niño atienda. Llámalo por su nombre. Acércate y mírale cuando le hables.
- Describe lo que quieres que haga, haciendo hincapié en qué debe hacer, en cómo debe hacerlo y en qué momento tiene que acabar. Pide una sola cosa cada vez.
- Si quieres darle una explicación sobre por qué le haces determinada petición, has de procurar que ésta sea corta y has de pronunciarla antes de la instrucción.
- Trata de conjugar la amabilidad con la firmeza.
- No realices preguntas. Si lo haces le estás dando la posibilidad de que diga “no”. Usa fórmulas del tipo: “Yo quiero que hagas…” o “Por favor haz…”.
- Recompensa el comportamiento que haya realizado; es decir, el que demandabas, inmediatamente después de producirse. Pero ten bien claro lo que es para él una recompensa; ya sea cariño o un objeto material.
Fotos | Heather Katsoulis; Nate; Bart van Maarseveen