La conjuntivitis es la inflamación de la conjuntiva, un tejido que recubre el interior de los párpados y que se extiende a la parte anterior del globo ocular. Cuando los alérgicos entran en contacto con un alérgeno se desencadena un proceso en el que las células de la conjuntiva liberan sustancias inflamatorias (mediadores de la inflamación).
Una de estas sustancias inflamatorias es la histamina, que causa picor en el ojo y aumenta la permeabilidad capilar, lo cual permite a los leucocitos atravesar la pared capilar y llegar al lugar del proceso inflamatorio, donde descomponen y eliminan los elementos extraños que han entrado en el cuerpo como, por ejemplo, los alérgenos.
¿Qué lo causa?
El medio ambiente contiene una gran cantidad de desencadenantes alérgicos. Los alérgenos que más habitualmente provocan molestias oculares de tipo alérgico están relacionados con la llegada de la primavera y polinización de las plantas, aunque también pueden provocarlas otras sustancias como los pólenes, gramíneas, ácaros del polvo doméstico, epitelios de animales domésticos, hongos, moho…
¿Cuáles son sus síntomas?
Se presentan con enrojecimiento conjuntival, prurito (picor) ocular y lagrimeo excesivo. Esta sintomatología se concentra básicamente en primavera y otoño, puede manifestarse de forma inmediata o retardada y depende en gran medida del grado de sensibilidad de la persona que la padece.
¿Cómo se deben limpiar los ojos?
Es muy importante que se realice una cuidadosa higiene ocular con productos esterilizados y exentos de efectos secundarios. De esta manera arrastramos el exceso de agentes alérgenos, además de aportar un ligero alivio de la sintomatología.
No se recomiendan los lavados con infusión de manzanilla porque en algunos bebés pueden provocar alergia al polen de esta planta. Además, la no esterilización de estos compuestos reviste un riesgo considerable, convirtiéndose en un medio ideal para microbios y amebas.
¿Cómo reducir los síntomas?
- Preferiblemente no tener plantas con flores dentro de casa.
- En el hogar, utilizar aparatos que purifiquen el ambiente, con filtros especiales para retener las partículas y evitar que el polen permanezca dentro de la casa.
- Lavar y pelar bien las frutas y verduras, para eliminar posibles partículas de polen que pueden quedar en sus superficies.
- Informarse de los niveles de polinización de la ciudad y evitar salir a la calle cuando sean más altos. Los días secos y calurosos (y con viento), sobre todo si viene tras la lluvia, serán los que tengan más concentración de pólenes en el aire.
- Intentar no llevar al niño a parques, jardines o zonas de abundante vegetación. El césped es un elemento que puede crearle especial reacción.
- Procurar no viajar en primavera y otoño, o hacerlo preferiblemente a zonas de montaña o zonas costeras, pero con escasa vegetación.
- En trayectos en coche, llevar siempre las ventanillas del vehículo cerradas. Incluso se puede instalar un filtro para pólenes en el aire acondicionado.
- Usar gafas los días de viento, para reducir el contacto del polen con los ojos.
Fotos | castgen; Vivian Chen [陳培雯]