Jorge acaba de nacer. Su papá lo coge con mucho cuidado (¡como si fuera a romperse!) y le coloca sobre el pecho desnudo de mamá, que le arropa entre sus brazos con infinita ternura. No quiere separarse de él y no tendrá que hacerlo, ni siquiera durante sus primeras horas de vida. Ha nacido en un Hospital Amigo de los Niños, que sigue las recomendaciones de la “Estrategia de Atención al Parto Natural” (Ministerio de Sanidad, 2007), entre ellas el contacto piel con piel entre la madre y su recién nacido.
Un rápido reconocimiento
Sin separarse de mamá, la matrona limpia con una gasa estéril las secreciones del parto que aún siguen en su nariz. A pesar de las manos expertas y suaves de la comadrona, el recién nacido no puede evitar encogerse cuando ella le toca y adopta la postura fetal que ha mantenido dentro del útero durante nueve meses, porque así se siente más a gustito. De momento es suficiente, no hace falta bañarle, como se hacía hace unos años, pues la capa protectora de grasa que recubre su cuerpo le protege del frío y las infecciones y mantiene su piel suave e hidratada.
Una vez que la matrona se asegura de que el recién nacido ha empezado a respirar por sí solo, corta el cordón, con la placenta aún dentro del útero, y recoge en una bolsa la sangre que contiene, ya que sus padres han decidido donarlo a un banco público (cuando no se dona se espera a que deje de latir para cortarlo).
En ambos casos se toma una pequeña muestra de la sangre del cordón para averiguar el grupo sanguíneo y el Rh (para comprobar si es compatible con el de mamá y es necesario ponerle a esta una inyección de inmunoglobulina). También se hace un análisis de gases y pH, que determina el nivel de oxigenación y la propensión a tener más o menos ictericia. Los resultados suelen estar en 48 horas, con un poco de suerte antes de abandonar el hospital.
A continuación, sin separar en ningún momento al recién nacido de su madre, la profesional comprueba que su tono muscular es el correcto y que el color de su piel es rosado. Está perfecto, así que ya no es necesario hacerle el test de Apgar, que hasta hace poco tiempo se realizaba de forma rutinaria. De no ser así, la matrona habría avisado al pediatra para que ayudara al bebé a respirar, aspirando sus vías nasales y poniéndole un poco de oxígeno, y habría sido necesario medir su frecuencia cardíaca y comprobar su respuesta a los estímulos externos.
Mamá le da el calor que necesita
La matrona le dice al feliz papá que coloque una manta suave sobre el cuerpo de su hijo y una gasa sobre su cabeza. Seguramente, Jorge agradece el gesto, porque aunque la sala de partos está a una temperatura agradable y la tenue luz crea un ambiente acogedor, su diminuto cuerpo aún se está adaptando al mundo exterior y pierde calor por las extremidades. ¡Qué calentito se está pegado a mamá! Ni la mejor de las cunas o incubadoras conseguiría esa maravillosa sensación.
Nuestro protagonista está agotado, aunque, por efecto de la hormona noradrenalina que su pequeño organismo ha segregado durante el parto, se encuentra en un estado de alerta tranquila, que le mantiene despierto para poder disfrutar de sus primeros minutos con mamá en este mundo tan grande. Deberán pasar al menos dos horas para que se rinda al sueño.
No hay prisa
Como la exploración primera ha descartado problemas que exigieran la actuación inmediata de un especialista, el recién nacido y sus papás se van juntos a la habitación. Enseguida Jorge repta hacia el pecho de mamá y se engancha con una pericia increíble a su pezón (mucho bebés maman ya incluso en el mismo paritorio). En las primeras horas de vida la lactancia es instintiva, no hay que hacer nada, la naturaleza hace su papel.
Transcurridas dos horas, el tiempo mínimo que dicen los especialistas que madre e hijo deberían estar piel con piel para propiciar el vínculo, la enfermera de maternidad coge en brazos al pequeño para pesarle y medirle. La báscula está fría, pero enseguida le visten con una camiseta y un pañal. Después, le echan colirio en los ojos para prevenir la conjuntivitis neonatal y le administran vitamina K. En unos minutos, está de nuevo en brazos de mamá y puede mamar de nuevo.
Es de noche, así que el personal sanitario deja descansar a la madre y su bebé, bajo la atenta supervisión del papá. La visita del pediatra puede esperar hasta el día siguiente.
En manos del pediatra
Por la mañana, una vez que la feliz madre y su hijo han descansado y han tenido tiempo para estar juntos y conocerse bien, el pediatra realiza una revisión física completa del pequeñín: reflejos, caderas, tono muscular, extensión de extremidades, clavículas, oídos y boca (para descartar la presencia de frenillo)…
Todo está bien, así que unas 48 horas después del parto reciben el alta médica. Antes de salir, queda una última prueba: un pinchacito en el talón para extraer una pequeña muestra de sangre que servirá para diagnosticar hasta 19 enfermedades metabólicas, como hipotiroidismo, fibrosis quística y fenilcetonuria (en algunas comunidades este análisis, llamado prueba del talón, se realiza entre el tercer y quinto día de vida).
Jorge abandona la maternidad en brazos de mamá y papá le hace su primera foto vestido con ropa de calle. ¡Qué guapo y feliz se le ve!
Fotos | ~windy~; J.K. Califf; Jeff