Cuando pensamos en alguien que se ahoga, la primera idea que se nos pasa por la cabeza es la de una persona que no sabe nadar y que grita y agita sus brazos pidiendo auxilio. Esta situación se presenta en pocas ocasiones y rara vez en niños, quienes suelen ahogarse con extraordinaria rapidez y de forma silenciosa.
De todas las urgencias, el ahogamiento es la más dramática. En pocos minutos puede quitar la vida de un niño o dejarle con lesión importante, quedando para sus familiares un eterno sentimiento de culpa por un accidente probablemente evitable siguiendo las más elementales reglas de prudencia.
Es importante tener en cuenta que, aunque un niño puede conocer las técnicas de flotación, necesita una adecuada supervisión de un adulto en todos los lugares de natación, ya que más de la mitad de los ahogamientos se producen en piscinas y de estos la mayoría en piscinas privadas.
Se ve claramente la importancia del papel que tienen los padres en la prevención de estos accidentes. Además, toda persona que disponga de una piscina debería estar familiarizada con las técnicas de reanimación básicas.
Tipos de ahogamiento
Pueden suceder dos cosas: la primera es el denominado ahogamiento húmedo, que aparece en el 80-90 por ciento de los casos por entrada de agua en los pulmones. Y la segunda el ahogamiento seco o ahogamiento blanco (por el aspecto pálido de la víctima) que es más frecuente en niños que en adultos y que se debe a un cierre de la glotis que impide la entrada de agua al interior del árbol bronquial. Con un simple boca a boca, este niño tiene altas probabilidades de salvar la vida.
También hay que tener cuidado con el corte de digestión, que está provocado por la acción del agua sobre el cuerpo como consecuencia de la diferencia de temperatura entre el cuerpo y la del agua (muy habitual tras comidas copiosas y posterior entrada en el agua con ejercicio físico). El niño sufre lo que conocemos como síncope: se hunde básicamente, en silencio, sin efectuar el menor gesto defensivo.
Reglas de oro de la prevención
Es necesario vigilar a todos los niños que nadan o que juegan en o cerca del agua. Los adultos no deben estar ocupados en ninguna otra actividad que los distraiga y jamás debemos dejar a un niño solo si hay agua cerca.
En el mar o en la piscina, equiparemos a los niños pequeños con manguitos o, aún mejor, con un chaleco salvavidas. Es mejor evitar los flotadores, con los que corren el riesgo de volcar.
Recibir clases de natación desde pequeños no evita el riesgo de ahogo. De hecho, la Asociación Americana de Pediatría no recomienda las clases de natación antes de los cuatro años porque antes de esa edad los niños no cuentan con el desarrollo motor adecuado.
También debemos sacar los flotadores, las pelotas y otros juguetes de la piscina y sus alrededores después de usarlos, ya que su presencia puede invitar a los niños a entrar en el área de la piscina.
Hay que enseñar a los niños que nunca deben correr, empujar o saltar a las piscinas. Si en la piscina hay toboganes, deben tirarse siempre con los pies por delante, jamás con la cabeza.
En la playa, es necesario enseñarles el significado del color de las banderas y a obedecer las advertencias.
Finalmente, es importante que sepan renunciar a la inmersión, o abandonar rápidamente la misma si notan algún malestar.
¿Cómo actuar ante un posible ahogamiento?
Si finalmente ha sucedido el temible ahogamiento, debemos tener claro cómo actuar para salvar la vida de nuestro bien más preciado. Aquí tenéis los pasos a seguir:
1. Rescatar a la víctima. Si el niño se encuentra dentro del agua, es importante la rapidez en la llegada al lugar del siniestro. Hay que tratar de mantener al niño en posición horizontal. La cabeza debe estar a la misma altura que el tronco. En playas inclinadas, colocar al niño paralelo a la costa.
2. Aplicar reanimación cardiopulmonar básica (RCP). Comprobar que el niño respira y retirar cualquier cosa que obstruya la boca o la nariz. Se iniciarán inmediatamente las maniobras de reanimación, que consisten en la ventilación boca a boca o boca-nariz que se debe iniciar efectuando cinco insuflaciones de rescate, durante las cuales debe observarse el ascenso y descenso del tórax del niño.
Las insuflaciones deben ser lentas, de un segundo de duración aproximadamente. El reanimador debe coger aire antes de cada insuflación para mejorar el contenido de oxígeno del aire espirado. Mientras se efectúa la ventilación es fundamental mantener una adecuada apertura de la vía aérea, y mantener un buen sellado de la boca del reanimador con la boca o la boca y la nariz del niño para evitar que escape aire alrededor.
Si la persona que realiza la reanimación no es personal sanitario entrenado, realizará 30 masajes cardíacos y luego dos ventilaciones (da igual que sea un lactante o niño), e indistintamente que sean uno o dos reanimadores. Tras realizar 30 compresiones torácicas se abrirá la vía aérea, se realizarán dos insuflaciones y a continuación se volverán a dar 30 compresiones torácicas.
Se deben mantener las maniobras de RCP básica hasta que llegue ayuda o durante un mínimo de 30 minutos si el ahogamiento se ha producido en aguas templadas y durante 45-60 minutos si se ha producido en aguas frías (0-15 grados centígrados), dado que están descritas recuperaciones en caso de sumersiones prolongadas pasados cuarenta o más minutos. No hay que rendirse durante la reanimación porque el niño está muy pálido, frío y sin respiración.
3. Calentarlo: es muy importante prevenir la pérdida de calor corporal; para ello aplicaremos medidas simples como quitarle la ropa mojada al niño, protegerle de las corrientes de aire, secarlo y taparlo con cualquier material (toallas secas, ropa nuestra seca, etcétera).
4. Acudir al hospital: cuando el niño se recupere deberá ser trasladado al hospital, en especial todos los niños que hayan sufrido una pérdida de consciencia.
Por último, una vez que tenemos todo esto claro, estaréis de acuerdo conmigo que mejor vale prevenir que tener que efectuar este tipo de salvamento en nuestro niños. Seamos prudentes y disfrutemos con seguridad de los calurosos días de verano.
Fotos | Abigail Batchelder; Donnie Ray Jones; Erin Riggs;