Los partos no entienden de horarios, ni de fechas. Y aunque hay mujeres capaces de programar su embarazo para hacer coincidir el momento del parto con una época favorable, lo cierto es que la gran mayoría aún sigue siendo fiel a la inherente naturalidad de esperar que el parto acontezca “cuando toque”.
Muchas mujeres cuando se dan cuenta que ese gran momento tendrá lugar en verano, entran en pánico. “¿Estará mi ginecólogo de vacaciones?” suele ser la primera pregunta que se hacen. Otra expresión muy frecuente es la de “¡Este verano nos quedamos en casa!”. Voy a intentar aclarar algunas cosas al respecto en este artículo, y dar algunas ideas que permitan que vuestra rutina vacacional no se altere drásticamente por ese evento que es traer una nueva vida a casa.
Programas las vacaciones
Ya desde la primera visita al ginecólogo, los futuros padres conocéis, semana arriba semana abajo, la fecha probable del parto. Esta información juega mucho a vuestro favor, en cuanto a programar la fecha de las vacaciones y el destino. Afortunadamente, España es un país privilegiado en cuanto a variedad de destinos turísticos y también en lo tocante a asistencia sanitaria, por lo que no será difícil encontrar un lugar que cubra vuestras expectativas de ocio y descanso, y que a la vez se encuentre cerca de un paritorio.
El objeto de programar así las vacaciones es doble: por un lado os tomáis ese merecido descanso. Por el otro, la idea del parto en verano no supone un freno ni condiciona excesivamente, ni a vosotras las madres ni a los que os rodean: niños, pareja o a vosotras mismas.
Ten en cuenta el parto ante cada desplazamiento
Todas sabéis que la fecha probable del parto cae en la semana 40. Sin embargo, un parto normal puede acontecer a partir de la semana 38, y a veces incluso antes (a partir de la semana 36, si la madre se pone espontáneamente de parto los ginecólogos no intentan frenarlo, pues el feto ya está maduro y adaptado para la vida exterior). Este hecho significa que tenéis que ser conscientes de que aún siendo probable, un parto en estas semanas puede ocurrir.
Y por eso, sobre todo se pensáis tomar las vacaciones antes del parto, deberéis cubrir esa eventualidad. Así, habréis de llevar en una carpetita toda la documentación correspondiente al embarazo: analíticas, ecografías, o un informe de vuestro ginecólogo que resuma vuestro estado. De esta forma, si se adelanta, tendréis a mano toda la información esencial que cualquier paritorio precisa.
El parto durante las vacaciones no implica pérdida de las mismas
Afortunadamente para las que trabajáis fuera de casa, el hecho de que el parto ocurra durante unas vacaciones no os supone su pérdida. La legislación en tal caso es clara: ante una baja por enfermedad o por maternidad se interrumpen las vacaciones, y se retoman con posterioridad cuando se resuelva el motivo de dicha baja.
Así, podéis tomaros tranquilamente dicha baja por maternidad, continuar con el permiso de lactancia (si en vuestro contrato eso está contemplado) y seguidamente continuar con esas vacaciones. Es cierto que en algunas empresas esto pueden no entenderlo muy bien, pero desde luego que tenéis las de ganar en caso de conflicto laboral.
¿Quién me atenderá?
Aunque sea verano, los hospitales españoles (como los de cualquier otro país civilizado) mantienen un personal constante para la atención sanitaria. Cierto es que a los sanitarios les da por tomarse vacaciones, pero obviamente no lo hacen todos a la vez. Así que podéis estar tranquilas si tenéis que acudir al paritorio en verano.
El número de matronas, ginecólogos, anestesistas y pediatra es el mismo todos los días del año. A veces puede pasar que los centros situados en lugares de destino turístico sufran un incremento en el número de partos precisamente en época de vacaciones, pero por esta misma razón las plantillas no se suelen reducir: para garantizar una atención de calidad.
Si el embarazo es de riesgo, ¿mejor en casa?
Aunque es una perogrullada, lo cierto es que a veces hay que recordar a más de una que cuando los ginecólogos etiquetan un embarazo como de riesgo, es por una buena razón. Sin embargo, en esto del embarazo de riesgo también hay muchos grados. No es lo mismo un gemelar que un feto de bajo peso y con poco líquido, que una madre añosa u otra con patología de base severa.
Obviamente, aquellos casos más graves habrán de permanecer en casa, manteniendo los controles perceptivos. El resto podrá permitirse una merecida escapada, siempre que su estado general lo soporte y vuestro ginecólogo no se oponga, y buscando un destino con asistencia obstétrica adecuada en las cercanías.
Postparto en verano. Dobles cuidados
En verano es necesario más celo en los cuidados, tanto de la madre como del recién nacido. Hay más pérdida de líquidos por transpiración, por lo que mantener una buena hidratación es prioritario. Ojo con el bebé, que no tiene desarrollado el mecanismo de la sed y tampoco pide agua, hay que anticiparse y cada poco tiempo sacarle un biberón con agua o soluciones específicas, para ver si toma (sobre todo si está con lactancia artificial, que las necesidades de agua son mayores).
Habrá que evitar las horas de mayor temperatura, exposiciones directas al sol, y los cambios bruscos de temperatura. Vestid al bebé con ropitas cómodas y de tejidos transpirables (algodón, lino). En cuanto a vosotras, cuidad la alimentación y en cuanto sea posible, normalmente a las dos semanas del parto, empezad a realizar ejercicios para tonificar vuestra musculatura y recuperar el estado físico anterior al parto.
Y aunque estéis de vacaciones, recordad que al bebé lo que más le ayuda es mantener la misma rutina diaria, sin cambios en cuanto a horarios de comidas o de actividad. Y por favor, haced honor al término: vacaciones. Esto significa descanso, desconexión del trabajo y obligaciones. Más que nunca merecéis que os cuiden y que los demás estén atentos a vosotras.
Fotos | GuimbardePower; David Salafia; Montse PB; Cavale Doom