Los bebes acostumbran a reír con las cosas más sencillas. No hay que irse muy lejos para conseguir entretenerlo, para ver su sonrisa o para escuchar una carcajada. Y los clásicos juegos de toda la vida consiguen todo eso… por algo no pasan de moda.
El que más y el que menos ha jugado con sus hijos al Cu-Cu… ¡Tras!, ese juego en el que el adulto se esconde tras las manos, tras una toalla, una manta, etcétera, mientras dice Cu-Cu, para después aparecer diciendo ¡Tras! El factor sorpresa conseguirá que el niño (o al menos la mayoría de ellos) estalle en una risotada.
¡Ojo! no todos los niños son iguales ni todos reaccionan igual. Se trata de sorprender no de asustar al bebé. Un ¡Tras! en tono alto, después de que el bebé se haya cansado de esperar demasiado tiempo, puede conseguir que la sorpresa se convierta en un susto y rompa a llorar. Al menos las primeras veces, se hará despacio, y sin dar tiempo a que el bebé se aburra de esperar la aparición de papá o mamá.
Pero, este juego tiene una dobla parte. Se trata del fenómeno llamado “descubrimiento de la permanencia del objeto”. Por regla general, hasta los 8 o 10 meses, el niño no es capaz de entender que si tiene un objeto delante y de momento desaparece es porque se ha ido a otro sitio. Ellos lo ven de otra forma, si un objeto de momento desaparece es porque ya no existe. Es por ello, que si le escondemos un objeto con el que estaba jugando, y de momento se lo volvemos a enseñar, se llevará una grata sorpresa. Sin embargo, durante su desaparición, no ha hecho intención de buscarlo. Es cuestión de tiempo, que ante una desaparición el bebé reaccione con una búsqueda.
Imagen: Kyle and Kelly Adams.