Este fin de semana afrontamos el cambio de hora habitual de primavera. Ante este cambio, los niños y los ancianos se muestran muy vulnerables. Así lo ha confirmado José Antonio López que es vicepresidente de la Asociación Española de Psiquiatría Privada (ASEPP) y explica cómo el cerebro necesita un reajuste después del cambio de hora. Sin embargo, este cambio de hora no supone una ruptura drástica con el ritmo de vida de un niño por lo que “como norma general, en dos o tres días el cerebro se readapta” al nuevo horario.
Sin embargo, durante la primera semana después del cambio de hora es posible que el niño sufra molestias como el estrés, problemas de sueño, falta de apetito, nerviosismo, apatía, irritabilidad y mal humor. Los padres pueden ayudar a sus hijos a minimizar los efectos de este cambio de hora. En primer lugar, es básico mantener la misma rutina de horarios y no ceder ante la excusa de que todavía es de día y hay luz, que el niño puede poner para no ir todavía a la cama. El sueño requiere de una rutina habitual y es básico no romperla.
El niño puede sufrir un pequeño jet lag ante este cambio horario. Es gratificante comenzar el día con energía gracias a un desayuno muy apetecible que motive al niño al inicio de la jornada. Del mismo modo, para que el niño se despierte poco a poco por la mañana, pon el despertador diez minutos antes y levanta unos centímetros la persiana de su habitación.
Es importante que los padres eduquen a sus hijos a través del ejemplo. Por ello, son los padres los primeros que tienen que afrontar este cambio de hora con buen humor.
Foto – Onda Cero