Cuando tenemos en nuestras manos a nuestro hijo, muchas veces dudamos si algunas peculiaridades o conductas son normales o no. En esta ocasión, vamos a repasar algunas de las que más dudan plantean los padres al pediatra.
Vista y oído
Esta es una pregunta que se hacen muchos padres: “¿Nuestro hijo nos ve?”. La respuesta es que sí. Los recién nacidos pueden detectar la luz y la oscuridad, aunque no pueden ver todos los colores. Desde que nace, el niño tiene visión periférica (ve a ambos lados unos 20 grados) y progresivamente adquiere la capacidad de centrar la mirada en un punto único central en su campo visual a unos 25 centímetros. Ocasionalmente cruzará los ojos en ese intento de fijar la mirada y se pondrá un poco bizco.
Prefiere el rostro humano a otras siluetas y los dibujos con alto contraste, especialmente si tienen los colores blanco y negro. Así que, si queremos disfrutar con nuestro bebé, esperemos a que esté muy tranquilito y sosteniéndole la cabecita, nos acercamos a un palmo de su cara. Comprobaremos que el niño fija la mirada en nuestro rostro. Si nos movemos un poco hacia cada lado, el bebé nos seguirá. No solo es un ejercicio útil para el niño, sino que es saludable y enriquecedor para los padres.
En cuanto al oído, está totalmente desarrollado en el recién nacido. El bebé se mueve al percibir ruidos fuertes, presta atención a la voz de la madre y deja de moverse un poco cuando detecta el comienzo de una conversación. También tiene la habilidad de identificar ruidos fuertes después de haberlos oído varias veces. Así pues, reconoce algunos sonidos y puede girarse hacia sonidos que le parezcan familiares.
Puntos blancos en la cara
En la barbilla, el labio superior y la nariz aparecen con frecuencia unos granitos blanquecinos. Se trata de lesiones muy pequeñas, en cabeza de alfiler, numerosas y confinadas a una zona. Desaparecen en unas semanas. Estas lesiones contienen lípidos sebáceos. No se debe utilizar ningún tipo de crema para tratarlos, pues es un problema transitorio y sin ninguna importancia.
Bultos en la cabeza
La forma de la cabeza es distinto según el tipo de presentación en el parto. Con mayor frecuencia el niño viene de cabeza (lo que se llama presentación cefálica) y como consecuencia de la presión de la cabeza sobre las paredes del canal del parto se produce un moldeamiento, que sobre todo es más manifiesto en el primer hijo. Habitualmente mejora en unos 5-7 días. En los partes por cesárea el moldeamiento craneal es mucho menor, por lo que se deforma menos la cabeza del bebé al nacer.
La mancha roja de la nuca
La mancha de color rojo salmón de la nuca es muy frecuente. Afecta a casi la mitad de los neonatos. En terminología popular se ha atribuido su presencia a “el picotazo de la cigüeña”, “el beso del ángel” o “el antojo de la madre que no cumplió el padre”. Se trata de una mancha de color rosado de bordes mal delimitados, de pequeño tamaño, que con el llanto se hace más prominente o llamativo. No plantea problemas estéticos y puede persistir durante años.
La fimosis
En menos del cinco por ciento de los neonatos varones el prepucio se puede retraer, por lo que se puede aceptar que casi todos los niños nacen con fimosis (estrechez del orificio del prepucio), de ahí que la circuncisión haya sido una intervención presente en determinadas culturas o religiones desde hace siglos.
En el neonato no se debe intentar retraer el prepucio para descubrir el glande (parte anterior del pene) pues produciría desgarros. En la mayoría de los casos hay unas adherencias entre el glande y el prepucio que empezarán a ser más finas a partir de los 6-12 meses y entonces ya podremos empezar a hacer retracciones suaves.
Los frenillos de la boca
Un frenillo es una lámina delgada que comunica dos órganos contiguos. Debajo del labio superior puede haber un frenillo llamado sublabial, que si es notorio puede condicionar que los incisivos superiores estén separados durante la dentición primera o de leche. Si este frenillo sublabial persiste durante la segunda dentición (a partir de los seis años), debe ser el dentista quien con anestesia local valore su sección para conseguir una mejoría estética de la dentición definitiva.
También debajo de la lengua puede haber otro frenillo. Si este frenillo sublingual es marcado puede suponer una dificultad para la lactancia materna debido a la imposibilidad de abrazar toda la areola mamaria materna para lograr una vigorosa succión, por lo que puede ser necesario su corte.
El hipo y los estornudos
El recién nacido suele tener hipo y estornudos hasta el mes o mes y medio de vida. El hipo se produce como consecuencia de una contracción brusca y repetida del diafragma, que es el músculo que separa los pulmones del abdomen. El bebé no se encuentra molesto con el hipo y es capaz de dormir. Así pues, no hay que preocuparse.
El estornudo es un movimiento reflejo brusco que sirve para limpiar la nariz, pero no indica que el bebé esté resfriado. Ni el hipo ni los estornudos tienen ninguna importancia en el primer mes de vida. No hay que darles ninguna importancia.
El flujo vaginal
Con relativa frecuencia, la vagina presenta una secreción blanquecina o flujo debido a la estimulación fetal por hormonas maternas, que desaparece al cabo de unos días. Esta situación no tiene importancia ninguna y no hay que hacer nada.
Las deposiciones
Las deposiciones de los dos primeros días se denominan meconio, son espesas, pegajosas y de color negro. Posteriormente, se van haciando verde-amarillentas y se conocen como deposiciones de tránsito. Al cuarto o quinto día ya suelen ser de color amarillo. En el 95 por ciento de casos, el recién nacido expulsa el meconio en las primeras veinticuatro horas de vida.
Si el niño toma pecho, suele hacer mayor número de deposiciones, incluso una tras cada toma. Son grumosas, amarillas (amarrillo-oro) o amarillo-verdosas y de escasa consistencia (líquidas o semilíquidas). A veces las expulsa con gases y su olor es un poco ácido, debido al tipo de fermentación que realiza la flora intestinal del bebé que toma pecho. Si toma lactancia artificial, el número de deposiciones diarias es variable, pero menor, en tres-cuatro diarias y una cada dos días. La consistencia suele ser mayor que con lactancia materna.
El color más habitual de las deposiciones del bebé que toma lactancia (materna o artificial) es amarillo mostaza. Sin embargo, si el tránsito intestinal es muy rápido, pueden ser de color verde. El color verde aislado sin la presencia de mucosidad, mal olor o sangre, no es indicativo de alteración en las heces.
Por supuesto, estas no son las únicas dudas que nos surgen cuando el recién nacido irrumpe en nuestras vidas, pero sí las más comunes. Si quieres consultarlos las tuyas no tienes más que escribirnos.
Fotos | Paolo Marconi; Santi DeFerrol; Arjan Almekinders; Sarah Lewis
[…] pocos días os hablé sobre lo que podríamos encontrarnos al llevarnos a nuestro recién nacido a casa. Despejadas esas dudas nos surgirán otras que, según vaya creciendo nuestro recién nacido, […]