La inapetencia se manifiesta por la falta de interés o rechazo de los alimentos que se repite siempre a las horas de la comida. En la gran mayoría de casos no se suele observar ninguna causa orgánica que motive la falta de interés por la comida y, en general, se trata de niños sanos que se desarrollan con total normalidad.
El apetito está estrechamente relacionado con el crecimiento y desarrollo del pequeño. La velocidad de crecimiento varía a lo largo de la etapa de la infancia y con ella también las necesidades en alimentos. Esta situación es la que explica que, desde los 18 meses y especialmente entre los 24 meses y 5 años, muchos niños puedan ser erróneamente etiquetados de inapetentes, cuando en realidad se trata de una reducción normal de su apetito para adaptarse a sus menores necesidades energéticas debidas a una desaceleración fisiológica de su crecimiento. A partir de esta edad, la constitución y los hábitos de alimentación condicionan el buen o mal apetito.
Hay múltiples causas por las que un niño tiene falta de apetito. Las más frecuentes son:
- Causas físicas: brote dentario, accidentes, enfermedad intercurrente…
- Acontecimientos familiares o sociales, como el nacimiento de un hermano, el inicio de la escolarización, un cambio de domicilio o de colegio, el fallecimiento de un familiar, la separación de los padres, problemas de relación con otros niños, ambiente familiar hostil o violento…
- Observación: algunas veces se trata de “falsas inapetencias”, ya que si se analiza minuciosamente todo lo que come el pequeño a lo largo del día se puede comprobar que solo rechaza determinados alimentos, pero ingiere cantidades importantes de otros como la leche, petit suisse, yogur, etcétera, o que solo le gustan determinados alimentos (salchichas, hamburguesas, patatas fritas, bollería industrial, macarrones…) o que come entre horas alimentos que cubren por si solos sus necesidades calóricas como zumos envasados, bebidas azucaradas, golosinas, snacks, etcétera.
- Proceso de aprendizaje inadecuado:
- La ansiedad de alguno de los progenitores ante los episodios de inapetencia, que puede llegar a angustiar a todos los miembros de la familia y dar lugar a rechazo a la hora de la comida.
- La sobrevaloración que muchos adultos hacen de la comida, relacionándola con la salud de sus hijos. Esto da lugar a una excesiva atención e insistencia, que lejos de ayudar aumenta la inapetencia del pequeño, convirtiéndose en un círculo vicioso cada vez más difícil de corregir.
- El abuso de los alimentos ricos en azúcares simples como golosinas, zumos azucarados, snacks, etcétera. Son alimentos pobres en vitaminas y minerales, pero muy energéticos, por lo que su consumo antes de las comidas principales quita el hambre.
- No respetar los horarios, que lleva a picotear entre horas.
¿Cómo actuar?
Siempre que un niño tiene falta de hambre es necesaria una buena valoración por parte del pediatra para descartar la presencia de enfermedades.
Si la inapetencia aparece justo cuando existe una enfermedad aguda leve como un resfriado, otitis, faringitis o diarrea, se tendrá que esperar a que el pequeño recupere el hambre por si solo una vez haya superado la enfermedad.
Cuando la inapetencia es secundaria a un determinado acontecimiento social o familiar, seguramente el pequeño quiere llamar la atención de los adultos de esta forma, aunque es posible que sea también un síntoma de alteración en su estado de ánimo que tendrá que ser valorado por un profesional para descartar la depresión, por ejemplo.
Cuando se debe a un proceso de aprendizaje inadecuado de los hábitos de alimentación es necesario que los padres se conciencien y rectifiquen los errores en el modelo de conducta que la familia ofrece.
Lo que debes hacer
- Consigue que la hora de comer sea un momento relajado y tranquilo. Es recomendable que toda la familia coma junta para favorecer el aprendizaje por imitación.
- Establece un tiempo mínimo y uno máximo de permanencia en la mesa sin levantarse.
- Intenta que coma el menú según el orden de presentación. Primer plato (verdura, pasta, arroz, patata o legumbres), segundo plato (carne o pescado o huevo + guarnición de verdura, pasta, arroz, patata o legumbres, según el primer plato) y postre (fruta o postre lácteo).
- Enséñale educación en la mesa (postura correcta, uso de cubiertos, quitar la tele o los juegos durante la comida, etcétera).
- Evita la monotonía en la comida y ofrécele nuevos alimentos en pequeñas cantidades sin forzar, pero sin caer en la cesión a caprichos.
- Prepara presentaciones especiales, por ejemplo, en forma de caras, aviones, carros o animales.
- Deja que te ayude a preparar los platos más sencillos y a poner la mesa, estimulará su interés por los alimentos.
- Prepara para toda la familia el mismo menú. No sustituyas el menú establecido por otro alimento que te pida.
- Negocia con antelación una cantidad mínima que debe comer, en especial de aquellos alimentos que rechaza y aumenta la cantidad poco a poco.
- Evita todo lo posible el consumo de golosinas, refrescos azucarados, zumos envasados y otros alimentos ricos en azúcares simples puesto que quitan el hambre, provocan caries y sobrepeso.
- Corrige las conductas inadecuadas durante la comida sin gritos, enfados ni ansiedad. Cuando finalice el tiempo para comer se retira el plato y se espera hasta la siguiente comida.
Lo que no debes hacer
- Forzarle a comer, ya que esto provoca más rechazo hacia la comida.
- Excederte con las cantidades en los platos, si se queda con más hambre ya lo pedirá.
- Dejarle comer entre horas. Para que no tenga ganas de picar entre horas fragmenta la ingesta de alimentos en cinco tomas: desayuno, media mañana, almuerzo, merienda y cena.
- Recurrir al chantaje ofreciéndole premios si come bien o amenazándole con castigos si no lo hace.
- Recurrir al uso de vitaminas para aumentar el apetito, puesto que estas no realizan dicha función.
- Compararle con otros niños. Cada niño es diferente, algunos siempre están dispuestos a aceptar un poco más de comida, mientras que otros se satisfacen con poca.
Fotos | bebesyembarazos; Scott Sherrill-Mix; Eric Fleming