¿Tu bebé se chupa el dedo y te han dicho que eso es malo? ¿Te preocupa que se le deforme la boca o que se le desplacen los dientes? Si es así, ¿qué puedes hacer para que deje de hacerlo?
La succión del pulgar es una actitud completamente normal en los lactantes y en los niños pequeños, ya que ese gesto, al igual que sucede cuando lactan o usan el chupete, hace que su cerebro libere endorfinas, sustancias que hacen que el bebé se relaje. Por eso a los lactantes pequeños les gusta tanto ponerse al pecho, usar el chupete o succionarse el dedo, y esa actitud no solo es normal, sino que les ayuda a relajarse, por lo que tampoco hay que esforzarse en evitarlo.
Normal hasta los dos años
Pero esa actitud, que es normal en los bebés de corta edad, ya no lo es tanto en los mayores, como sucede a partir de los dos años, edad en la que se aconseja abandonar el chupete y por tanto la succión como forma de relajarse para el niño. De hecho, en los niños mayores de tres el uso de chupete (y por tanto de succión del pulgar) están completamente desaconsejados.
Esto es así porque, de ser muy continua, la succión del pulgar (o el uso de chupete) pueden afectar a la alineación de los dientes, produciendo alteraciones en la posición que puedan requerir intervención en el futuro, por ejemplo mediante aparatos de ortodoncia o férulas correctoras.
Si nuestro hijo se sigue chupando el dedo pasados los cuatro años de edad puede sufrir consecuencias negativas de este acto como son las anormalidades en la posición de los dientes, principalmente los anteriores, tanto del maxilar superior como del inferior, siendo muy frecuente lo que se llama mordida abierta anterior, en la cual los dientes de arriba se encuentran desplazados hacia afuera y los de abajo hacia adentro, quedando un espacio entre los bordes de los dientes al cerrar la boca.
También se presenta una deformación del paladar, producto de la presión continua que ejerce el dedo en esta zona. En estos casos habrá que recurrir a soluciones ortodóncicas para corregir los problemas causados.
Además, la succión del dedo puede provocar dolor, callos, alteración en las uñas, eczema, panadizos y la ingestión de sustancias tóxicas en contacto con el dedo.
Cómo se puede solucionar
En general todos los pediatras controlan que los niños no utilicen el chupete ni se succionen el pulgar a partir de los dos años de edad. Cuando se detecta un niño que lo sigue haciendo, no suelen ser necesarias pruebas complementarias ni estudios de ningún tipo, salvo una exploración del niño y unas cuantas preguntas a los padres. En la inmensa mayoría de los casos no existe ninguna patología de fondo ni problemas asociados, salvo el hecho de que los padres han permitido que el niño persista con la actitud de succionar como forma de relajarse.
En los mayores de tres o cuatro años, en los que puede existir riesgo de sufrir anomalías dentarias, se recomienda realizar un tratamiento más bien pasivo: ignorar la actitud del niño cuando succiona y premiar los momentos en los que no lo haga, ya que a esta edad les gusta sentirse apreciados y quieren hacer cosas de niños “mayores”.
Y una de ellas sería precisamente no chuparse el dedo. Celebrar cuando no lo haga le ayuda a persistir en su actitud. También puede ser útil anotar los días o semanas que permanece sin chupar el pulgar para que el niño se vea reforzado, usando a veces pequeños premios cuando complete semanas sin haberse succionado el pulgar.
Lo que no suelen ser muy útiles son los tratamientos en los que se utilizan cremas o líquidos amargos para evitar que el niño se lleve los dedos a la boca, ya que lo que hacen es lavarse las manos, chuparse cuando a los padres se les olvida usarlo o incluso (y esto sucede) acostumbrarse al sabor del líquido o la crema.
Fotos | Jackie O; Nathan LeClair; various brennemans