El sol es beneficioso para los niños, ya que estimula la síntesis de la vitamina D, favorece la circulación sanguínea y ayuda a paliar algunos problemas de la piel, eso siempre que se tome con las debidas precauciones.
La piel del niño se debe proteger todo el año, ya sea del frío, de la nieve o el sol. Cuando comienza la primavera los rayos del sol cada vez son más perpendiculares durante mayor tiempo, por lo que son mucho más nocivos, sobre todo en horas centrales y en los niños más pequeños.
Recomendaciones según edades
Al llegar la época estival los padres cada vez más se preocupan y se informan de las consecuencias, tanto positivas como negativas, que puede tener la exposición de sus hijos al sol, sobre todo después del aumento importante de los cánceres de piel en el adulto y las campañas preventivas sobre los peligros del mismo.
En principio, las recomendaciones varían en función de la edad del niño, el tipo de piel y la hora de exposición al sol. Así, en los lactantes por debajo de los seis meses se debe evitar cualquier tipo de exposición directa. A estas edades los niños no disfrutan de estar a la orilla del mar y puede ser muy peligroso por las quemaduras, las deshidrataciones y los golpes de calor; esto se puede producir aún empleando sombrillas, ya que el efecto del sol sobre el mar y la arena aumenta el poder del mismo, tal como sucede en la nieve, e incluso en días nublados los rayos solares son peligrosos, ya que las nubes no protegen de los mismos.
En edades infantiles existen diversos tipos de pieles, pero muchas veces protegemos la piel del rubio olvidándonos de que los morenos de piel pueden tener también problemas de quemaduras e insolaciones; por tanto, las recomendaciones serán las mismas para todas las pieles, solo que en unas serán más intensivas e insistentes que en otras.
La piel de los niños y de los bebés es más sensible que la de los adultos y tienen memoria. Esto significa que los daños provocados por el sol durante la infancia son acumulativos, irreversibles, y que sus consecuencias pueden terminar manifestándose en la edad adulta.
Además, no olvidemos que la autoexploración de los lunares es fundamental. Ante la presencia de asimetrías, bordes irregulares, cambios de color o de diámetro (más de seis milímetros) es preciso acudir al dermatólogo.
Cómo protegernos del sol
Debemos evitar el sol directo en los menores de seis meses y en general desde las 12 a las 16 horas a todos los niños, e iniciar la exposición al mismo de forma paulatina, aumentándola gradualmente a lo largo de los días. También será necesario utilizar protectores solares sobre toda la superficie corporal que protejan de rayos UVA y UVB, y controlar que su factor de protección es el que indica el tiempo que podemos exponernos al sol sin riesgo de quemadura.
Cuanto más alto sea este factor, mayor será la protección, por lo que utilizaremos el más adecuado para cada edad y tipo de piel, pero nunca por debajo de 30. Así, los más pequeños precisarán mayor protección, al igual que las pieles más blancas.
Es importante reseñar que no basta con poner la crema solar y olvidarnos, es fundamental ser reincidente en la aplicación de la misma, sobre todo si esta no es resistente al agua y el niño no para de bañarse. La extensión de la crema debe hacerse 30 minutos antes de la exposición al sol, en finas capas para dejar que la piel pueda respirar.
Emplearemos todo tipo de leches o espumas protectoras por su mayor penetración, olvidándonos de los aceites solares que obstaculizan la transpiración. Después de la exposición al sol usaremos cremas hidratantes y calmantes que reparen la piel dañada y la nutran preparándola para el día siguiente.
Es importante saber que no se deben utilizar colonias que contengan alcohol sobre la piel, pues son fotosensibilizantes, y que, si se toma algún medicamento, debemos saber que no sea fotosensibilizante, pues contraindicaría tomar el sol.
Por último, no debemos olvidarnos de ponerle una gorra, mojarle la cabeza de vez en cuando y llevar a cabo una buena hidratación a base de ingesta oral de agua, ya que la piel también necesita un aporte extra de este líquido para hidratarse.
Fotos | Hamed Saber; Bertram Nudelbach; Matthieu Luna