Cuando el intestino delgado no es capaz de producir suficiente lactasa (un enzima que se encuentra en el intestino delgado, sustancia química encargada de romper la lactosa) y como se consecuencia se produce lo que se conoce como intolerancia a la lactosa. A raíz de este mal funcionamiento, el niño podría tener náuseas, diarreas, flatulencias, distensión, y dolor. Las molestias no aparecerán en un momento concreto, sino que tanto se podrán producir tras haber comido, como horas más tarde (es más fácil que se den lo síntomas entre la media hora y las dos horas después de haber tomado algún producto lácteo).
No es habitual que los niños nazcan con este problema, siendo más probable en bebés prematuros, pero es normalmente entre los 3 y 5 años cuando comienza a dar la cara.
Las medidas a tomar serán las que el médico recomiende, y por regla general se tiende a disminuir la cantidad de lactosa que se ingiere, o eliminarla del todo temporalmente. Con tan solo esta medida ya se verán mitigadas las consecuencias. Para ofrecer al niño los nutrientes que necesita, se podrá optar por recetar pastillas de lactasa (también se pueden encontrar gotas), pero siempre (no nos cansaremos de decirlo) que el especialista lo haya recetado, ya que hay casos de niños que son extremadamente sensibles a la lactosa y no toleran ni la más pequeña cantidad, en cuyo caso habrá que suprimirla del todo.
En las tiendas de comestibles ya existen productos para los que sufren intolerancia a la lactosa, pudiéndose encontrar no solo leche, sino también quesos, yogures, o helados que no incluyen entre sus componentes lactosa, pero siempre habrá que fijarse bien en la información que se incluye y comprar que efectivamente tienen componentes y aportes parecidos a los de la leche. Nunca habrá que descuidar que los niños necesitan Calcio, Vitamina D y riboflavina.
El Trigal Vigo says
Hola:
Queresmo aportar que nosotros tenemos turrones especiales para intolerantes a la lactosa. Esperamos que la idea resulte interesante. Un saludo