Pongámonos en el caso de ser primerizas con un pequeñín de ocho meses al que le salen, a veces, ronchitas en la piel del sudor. Intentamos tenerlo aireado y con ropa holgada pero no preguntamos qué hacer para evitar los granitos o qué hacer para que mejoren. Incluso nos preguntamos qué crema comprarle.
Lo que presenta nuestro bebé es sudamina o miliara, producida por la sudoración excesiva o hiperhidrosis de los lactantes y la imposibilidad de eliminar el sudor a través de la piel, algo que ocurre cuando los orificios de la glándula sudorípara se obstruyen. Esta obstrucción es muy frecuente en los menores de un año, y sobre todo en los que tienen piel atópica.
Hay dos formas de sudamina. La más leve se presenta en forma de pequeñas burbujas y afecta sólo a la parte más superficial de la piel o estrato córneo. Se llama sudamina o miliaria cristalina y, al pasar la mano, estas burbujas se rompen con facilidad (queda luego como una descamación).
Otra modalidad es la rubra, que sería el caso de ejemplo que hemos puesto, que sucede cuando la obstrucción es más profunda con lesiones rojas y picor intenso, como un sarpullido, que puede provocar malestar en el lactante.
Para solucionar el problema, es recomendable que mantengamos la piel del niño fresca y seca; que no le abriguemos en exceso y que le vistamos con ropa ligera (dentro de lo que cabe en estas fechas, claro), de algodón o tejidos naturales; que le cambiemos el pañal con frecuencia; que le bañemos a diario con agua tibia; que le apliquemos loción calmante ligera a base de talco líquido o con aloe vera, que calma el prurito y que podemos conservar previamente en el refrigerador.
No es aconsejable el uso de cremas porque pueden taponar aún más el poro del sudor. Y, por supuesto, si el sarpullido empeora o no desaparece, debemos acudir al pediatra.
Imagen: bebesymas