La varicela es una enfermedad producida por un virus que infecta únicamente al hombre y es muy contagiosa. Este contagio se efectúa de persona a persona, a través de las gotitas que exhalamos al hablar o toser, o a través de las lesiones cutáneas. También puede contagiarse desde una persona con lesiones de Herpes Zoster.
Es una enfermedad benigna que se caracteriza por erupciones que aparecen y se extienden a todo el cuerpo. También puede darse intensa fiebre, molestar, pérdida de apetito, picor y, a veces, vómitos.
Una vez que se ha padecido, queda inmunidad de por vida, pero el virus quedará latente, pudiéndose activar en cualquier momento, provocando el síndrome de Herpes Zóster.
Podemos evitarla con la vacunación. Existe una vacuna de virus vivos atenuados desde los años 70 que se ha ido desarrollando y mejorando, siendo muy segura y eficaz. Generalmente se aplica a niños desde los 12 meses de edad. En España se introdujo de forma oficial en 2005, optando por vacunar a los niños de entre 10 y 14 años que no han pasado la varicela.
Dado que es una enfermedad en la que la tasa mayor de impacto se produce en los tres primeros años de vida, si queremos tener vacunados a nuestros hijos de la mejor forma posible, y evitarles esta enfermedad y sus posibles complicaciones, lo correcto sería poner una dosis entre los 12 a 18 meses de vida y una segunda y definitiva dosis alrededor de los tres años de vida.
Los niños a partir de los 13 años y los adultos que no hayan pasado la varicela, deberían recibir dos dosis separadas entre sí por un período de cuatro a ocho semanas. De esta forma, tendremos a nuestros niños, embarazadas y adultos libres de dicha enfermedad y sus posibles complicaciones.
Por tanto, el mejor consejo es, “Vacúnalo, vacúnate”.
Imagen: globomedia