Como decíamos ayer, la laringitis también puede deberse a la presencia en nuestro organismo de virus y bacterias. El otro caso es el de:
Laringitis aguda no infecciosa: destaca la laringitis espasmódica, estridulosa o falso crup, que es muy frecuente en varones de entre los dos y los seis años, durante los meses de invierno. Se produce un espasmo glótico junto con una contracción brusca del vestíbulo laríngeo (laringitis vestibular). Siempre se manifiesta durante la noche, con tos seca y ronca, dificultad respiratoria y sensación de asfixia, que a veces es intensa y genera una gran angustia. Termina de forma tan brusca como comenzó, y puede durar más o menos una hora. No presenta complicaciones, aunque suele tender a repetirse.
El vapor de agua tibia de la ducha produce gran mejoría, y con ello se puede prescindir de otras medicinas. También pueden estar relacionados en su aparición factores alérgicos y psicosomáticos, o una predisposición familiar.
La laringitis se puede llegar a considerar un problema crónico cuando persiste más de dos meses. Esto es más habitual entre los cuatro y los diez años y en niños que tienen infecciones rinofaríngeas de repetición y que respiran por la boca.
Los problemas de la voz también pueden cronificarse, debido a un mal aprendizaje o abuso del habla. Generalmente no se asocian con otros síntomas y se hacen más notables cuando aparecen infecciones respiratorias recurrentes o por un sobreesfuerzo bucal. Está indicado el tratamiento rehabilitador, con un logopeda, aunque se puede resolver de forma espontánea durante la pubertad.
En cualquier caso, os aconsejamos desde Bebé Feliz acudir a Urgencias si el niño presenta:
- Estridor progresivo.
- Dificultad respiratoria creciente.
- Signos de hipoxemia (disminución de oxígeno en sangre arterial) como somnolencia, inquietud, palidez y cianosis.
- Alteración del nivel de conciencia.
- Temperatura elevada que no cede.
- Estado general afectado.
Imagen: papasehijos