En la anterior entrada comentábamos que lo más importante a la hora de pasar a los bebés a su propia habitación es que los padres tengan las ideas claras y, una vez tomada la decisión, que se mantengan firmes y no vuelvan atrás. Por tanto, no se puede hablar de una edad fija para hacer esto, sino que cada situación deberá ser valorada por los padres. Algunos bebés se despiertan durante toda la noche reclamando el chupete (se recomienda tener varios chupetes siempre a mano durante la noche), otros lo hacen y necesitan el contacto de los padres para volverse a dormir, también están esos que se mueven mucho y se desarropan (y los padres se pasan la noche cubriéndolo de nuevo para que no cojan frío) y habrá algunos que sigan pidiendo un biberón a mitad de la noche… cada caso es diferente.
Lo ideal antes de cambiar al niño de habitación sería que durmieran toda la noche de un tirón, sin embargo esto no es siempre ocurre así, de manera que habrá que buscar un momento en el que los padres estén en una situación cómoda, como puede ser cuando cogen vacaciones en el trabajo. También se puede tener en cuenta la estación del año, ya que si se hace durante el verano, el hecho de que los padres tengan que levantarse durante la noche resulta algo más cómodo que si es invierno y hace frío, unido a esto encontramos otra ventaja, al hacer calor no se tendrán que preocupar porque el niño no esté arropado.
Algunos especialistas opinan, como algo orientativo, que el niño debe dormir al lado de los padres durante los primeros 3 meses. Después se irá alejando la cuna de la cama de los padres, en la medida de lo posible, y que a los 6 meses será un buen momento para hacer el cambio a su habitación.
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