Las legumbres son uno de los alimentos básicos en nuestra dieta, y es que no es para menos, ya que aportan hierro, vitaminas, hidratos, fibra, proteínas, vitamina E, y además son ricas en potasio, magnesio y zinc, por tanto se convierten en un alimento muy nutritivo para los más pequeños de la casa.
Por regla general se introducirán entre los 8 y 10 meses, el momento lo decidirá en cada caso el pediatra que esté haciendo el seguimiento del bebé, ya que en algunos casos se comienzan a dar a los 6 meses y en otros se espera hasta que el bebé cumple 1 año. En principio se recomienda introducirlas sin piel, ya que de esta manera resultarán más fáciles de digerir.
Cuando hablamos de legumbres tendemos a pensar en las clásicas como las lentejas, las judías o los garbanzos, pero también hay que tener en cuenta otras como los guisantes o la soja, y, aunque muchos no lo sepan, también se consideran legumbres a los altramuces y los cacahuetes, aunque hay que tener especial cuidados con ellos, y consultar al pediatra antes de ofrecérselos al niño.
Lo ideal será ofrecer al niño primero los guisantes y las lentejas que son los más suaves, y después poco a poco introducir el resto. Las primeras veces no es necesario excederse en las cantidades, con añadir al puré habitual unos 20 gramos de legumbres bastará, y para evitar molestias digestivas se puede complementar la comida con un yogur. Para acompañar las legumbres en el puré, las mejores opciones serán el arroz o la pasta.
Foto obtenida de: family.go.com.