Como decíamos anteriormente, los padres autoritarios son aquellos que acostumbran a exigir a sus hijos, imponen sus normas y no dan pie a que los hijos las cuestionen. La mayoría, este extremo de tipo de educación (recordamos que se pueden dividir en tres: padres autoritarios, padres permisivos y padres democráticos), no lo va a considerar el adecuado, principalmente por las consecuencias que traerán.
No se puede generalizar, pero sí es cierto que los niños que se crían en un ambiente de padres autoritarios, acostumbran a coincidir en algunos aspectos, como por ejemplo:
– Suelen ser niños muy obedientes, acostumbran a ser meticulosos a la hora de ordenar sus cosas, y por regla general no son violetos. Sin embargo, no tienden a esforzarse para conseguir aquellas cosas que desean.
– Muestran cierta tristeza en sus caras, algo que refleja que son niños tristes.
– Tienden a enfadarse fácilmente.
– No suelen manifestar señales de cariño, costándole incluso mantener una relación idónea con los de su entorno.
– Se mueven más por realizar lo que se ordena (por recibir premios o castigos) que por el significado que realmente tiene, por lo que realmente no aprenden a comportarse.
– No acostumbran a ser niños con autoestima.
– Al moverse “a base de órdenes” no aprenden a desenvolverse en la vida ni son capaces de resolver los problemas que les puedan surgir.
Como decíamos, no queremos decir que todos los niños (que vivan con padres autoritarios) van a mostrar todos los puntos señalados, pero sí hay un gran porcentaje que coincide en ellos. No es un patrón que suene bien, por tanto, si en una familia se da este tipo de educación, es posible que sea hora de plantearse un cambio.
Foto obtenida de: all-about-motherhood.com.