El bebé a lo largo de su vida sufrirá diferentes crisis, una es la conocida como Crisis del octavo mes (o angustia del octavo mes).
El bebé ya empieza a pensar y sentir de manera diferente, y comenzará a no ser tan sociable con los extraños, de hecho habrá algunos que ante ellos montarán verdaderos episodios de angustia (no necesariamente esto le tiene que ocurrir a todos).
El bebé llorará, esconderá su cabeza, gritará… en fin, demostrará como puede su incomodidad. El hecho de encontrarse con alguien a quién no conocen y perder de vista a papá, mamá o a la persona que habitualmente lo cuida, desencadenará que el niño se comporte así. Peor aún será el caso si no solo se encuentra con un desconocido, sino si la idea es dejarlo al cuidado de esa persona. El bebé ya es capaz de sentir miedo a la separación e inseguridad. Ellos aún son pequeños para saber que papá y mamá volverán, pero siempre es importante que los padres se lo digan antes de dejarlo. Es habitual ver como los padres intentan “salir corriendo” en cuanto el bebé se distrae, pero se aconseja no hacer esto, sino mirarlo a los ojos y decirles que volverán a por él más tarde (pese a que, como decíamos, creamos que el niño no nos entiende).
No obstante no es necesario ir tan lejos, a veces el simple hecho de que la madre salga de la habitación donde está el niño desencadenará una crisis. La idea es la misma, el niño no ve a mamá y se angustia por la separación.
Hay que tomarse esta etapa con calma, la crisis de los ocho meses, al igual que las demás, terminará desapareciendo.
Foto obtenida de: gerberbabycontest.net.