Que un niño sea un tímido o tenga temor de lo que le rodea es algo habitual, sobre todo en aquellos que han crecido rodeados de poca gente. Para remediarlo, lo más fácil sería llevarlo a sitios en los que pueda relacionarse con otros niños, como pueden ser los parques.
Muy a menudo, esa inseguridad de los niños se puede deber a la sobreprotección de los padres, los cuales, con toda la buena intención, intentan solventar todos los problemas que les surgen, cuando lo ideal es que ellos mismos sean quienes busquen soluciones. Esto no solo les crea inseguridad sino también los para a la hora de comenzar a relacionarse con otros niños o adultos. Los más pequeños tienen que explorar su entorno por sí solos, y hacer amigos de su edad para que así se sientan seguros de ellos mismos.
Es totalmente normal que cuando se encuentre una persona que no conocen tiendan a buscar el refugio de los padres, y resulta contraproducente obligarle a que salude o de un beso al desconocido, el proceso de acercamiento lleva su tiempo, y probablemente si se le deja a su aire terminará por ser él el que se acerque a esa nueva figura. Si un niño es especialmente tímido, lo mejor siempre es dejarlo ir a su ritmo, poco a poco y sin que los padres o la otra persona ejerzan ningún tipo de presión.
La adaptación a las nuevas situaciones será algo imprescindible, y se debe evitar hacer las cosas de forma tajante, que un niño explore un nuevo ambiente y se relacione sin prisas con otras personas, será el secreto del éxito para que a la larga no haya problemas en dejarlo con otros, como puede ocurrir en las guarderías, las cuales cada vez más utilizan un periodo de adaptación en los comienzos, durante el cual el niño comienza gradualmente y no la jornada completa que con el tiempo terminará por hacer.