Durante el tiempo que haya sido, la madre y el hijo han ido creando un vínculo afectivo a través de un acto tan sencillo como resulta alimentar al pequeño con leche materna. Es por ello, que el momento del destete en ocasiones supone un cambio importante para ambos, y un momento que habrá afrontar con paciencia y dedicación, de manera que se recomienda que esto se haga sin prisas, poco a poco, y paulatinamente. Por ejemplo, durante la primera semana se intenta eliminar una de las tomas diarias por una de biberón, en la segunda otra más, en la tercera otra… y así hasta que se hayan eliminado las tomas de pecho.
Es habitual que cuando se pasa del pecho al biberón, el niño tienda a rechazar esto último, y que monte en cólera por conseguir de nuevo el pecho de la madre. En estos casos se procederá a ofrecer primero el biberón, y después el pecho, de forma que el niño se vaya acostumbrando a esa nueva forma de alimentarse. Si los padres se empeñan en obligarlo a hacer sus tomas directamente del biberón, lo único que conseguirán es frustración por parte de ellos, y que el niño pase hambre (puesto que si se le obliga no va comer nada y cogerá “manía” al biberón).
El cariño es primordial, como en casi todo en el bebé cuando hablamos de aprendizaje. En el momento del destete, eso no iba a ser diferente, ya que, como decía, ese momento rompe de alguna manera con el vínculo especial madre-hijo que se formaba con la lactancia materna, un momento en el que madre e hijo se fusionaban en uno compartiendo todo el cariño. Por ello, eso hay que compensarlo por otro lado, y ofrecer al bebe en esa etapa todos los mimos y atenciones posibles.