Normalmente, las contracciones de parto comienzan espaciadas (una cada 15 o 20 minutos). Poco a poco, la intensidad va aumentando y se acorta el tiempo que transcurre entre una y otra. Se recomienda salir para el hospital cuando se presenten cada cinco minutos si es nuestro primer parto o cada diez en las mujeres que ya son madres (también si se rompe la bolsa de aguas, existe sangrado genital o fiebre). Hasta entonces, estaremos más relajadas en casa, adoptando las posturas que nos resulten más cómodas y nos ayuden a aliviar las molestias.
¿Cuál es la mejor postura? Rotundamente, la que haga sentir más cómoda a la mujer y, dependiendo del caso, será ella la que elija como colocarse en cada momento. Ahora bien, no conviene mantener mucho tiempo una misma postura, es preferible ir cambiando de posición porque el movimiento aumenta el confort de la madre y favorece el acoplamiento del feto al canal de parto.
Muchas mujeres, cuando empiezan a notar las primeras contracciones, se sienten más cómodas de pie e incluso caminando un poquito por la casa, porque así se relaja la musculatura lumbar y pélvica. Es lo que se conoce como postura vertical.
Esta postura está especialmente indicada en las mujeres que sienten el dolor de las contracciones reflejado hacia la espalda (el llamado ‘parto de riñones’). Si además flexionamos ligeramente las rodillas y balanceamos la pelvis (hacia adelante y hacia atrás y de un lado hacia otro), el alivio será aún mayor.
Además, en la postura vertical, cuánto más separadas mantengamos las piernas, más cómodas nos encontraremos, ya que abrimos los diámetros de la pelvis, y de esta forma se relaja toda la zona y se favorece el encajamiento del feto dentro de los huesos pélvicos, facilitando el parto por vía vaginal.