La ingesta calórica media para las mujeres se sitúa en torno a las 2.ooo calorías. Según los expertos, durante el embarazo, la necesidad de calorías diarias aumenta aproximadamente hasta las 2.200 en los seis primeros meses y se incrementa a 2.300 durante el tercer trimestre. Estas calorías de más son el ‘carburante’ que el cuerpo gestante necesita para realizar todos los procesos que se están llevando a cabo en su interior.
Del número total de calorías (2.200-2.300), casi la mitad servirán de depósito de grasas y proteínas para la madre, especialmente durante la primera etapa de la gestación. Sin embargo, en el último trimestre es el futuro bebé quien requiere más energía: solo para su propio desarrollo, el feto reclama durante este periodo de 100 a 150 calorías diarias.
Comenzar el embarazo con sobrepeso o aumentarlo excesivamente puede entrañar riesgos, especialmente para la madre: hay más probabilidades de que el parto sea más largo y difícil, por lo que puede desembocar en una cesárea; se multiplica por dos o por tres el riesgo de padecer hipertensión o diabetes gestacional; y se pueden sentar las bases de una obesidad futura.
Cuando la mujer está por debajo del peso ideal o sigue regímenes demasiado restrictivos, también corre riesgos. Ante el escaso aporte calórico, su metabolismo disminuye para ahorrar gasto energético y dar prioridad a la nutrición del feto. En el caso de que este déficit nutricional se mantenga, puede afectar también al feto, produciendo un retraso del crecimiento intrauterino y un bajo peso al nacer.
Pero el incremento de peso no es el dato principal: lo más importante es asegurar un adecuado aporte calórico y seguir una dieta equilibrada. Siempre que estas dos premisas se cumplan, no tiene por qué haber un aumento de peso excesivo ni presentarse complicaciones. Es más: el tamaño del bebé no depende tanto del peso que gane la madre sino de su estado antes de quedarse embarazada.
En caso de que se produzcan aumentos anormales (un kilo por semana, por ejemplo) hay que consultar con el médico. Al igual que si no se gana peso; en esos casos, el especialista suele comprobar, mediante una ecografía, que el bebé está creciendo bien.
Cierta retención de líquidos es normal, pero puede convertirse en un problema si no remite tras el descanso y si se concentra en las manos y la cara. Si esta hinchazón se acompaña de un aumento brusco de peso (más de un kilo a la semana), podría ser un síntoma (junto a la hipertensión y presencia de proteínas en la orina) de preeclampsia, una complicación que hay que tratar.