Esta noche se cambia la hora, de tal forma que a las 2 de la madrugada será la 1. Es decir, casi como por arte de magia el reloj gana sesenta minutos de tiempo que se pueden invertir en dormir durante más rato a la mañana siguiente. Sin embargo, el cuerpo se acostumbra a unos horarios, esta es una de las razones por las que los niños son los que más sienten el cambio del reloj.
Notan dichos cambios en los ritmos de sueño y de descanso, pero también, en las horas de alimentación que puede que no tengan hambre. Como punto positivo, los niños no vuelven al colegio hasta el miércoles por lo que tienen unos días de margen para acostumbrarse a la nueva rutina. Por ello, es importante que más allá de que los niños disfruten del tiempo libre, no caigan en un descontrol absoluto de horarios, por ejemplo, es importante evitar que se levanten muy tarde de la cama.
El cambio de hora también se nota en los adultos, así que conviene tener paciencia para no mostrar ante los niños un carácter más irritable. A partir de mañana mismo, oscurecerá antes por la tarde lo que muestra una sensación de que los días se acortan mucho. Pues bien, es mejor aprender a vivir sin dejar que el tiempo afecte en exceso al estado de ánimo. Es decir, es positivo seguir con una agenda de ocio para los niños más allá de que en otoño se llegue a casa antes que en el verano.
En caso de que los niños ya tengan reloj y conozcan las horas entonces, ellos mismos pueden hacer el proceso de retrasar la hora porque les hace mucha ilusión y se sienten un poco más mayores.
Imagen: Blogs Canal Sur