Hay que intentar que la habitación del bebé, además de ser un espacio cómodo, funcional y seguro, sea una estancia alegre y cálida. Y esto se consigue a través de la decoración.
Por ejemplo, una buena idea para la decoración de las paredes sería que durante los primeros años de vida del bebé usemos los colores neutros que transmiten serenidad como el beige, el verde claro o el lila, y si sabemos el sexo podemos optar por los tradicionales rosa y azul, pero en tonos suaves. Cuando el niño cumpla los dos años, podemos aportar notas de color más fuertes en tonos rojizos o anaranjados para estimular su creatividad.
La elección de la pintura con la que decorar las paredes es muy importante. Son aconsejables las pinturas al agua, no tóxicas y lavables, y mejor aún si es una pintura ecológica libre de metales pesados. En el caso de elegir papel para decorar las paredes, éste debe ser lavable para evitar la acumulación de suciedad.
Es aconsejable evitar que desde la cuna vea colores muy vivos, porque pueden resultar excesivamente excitantes y provocar desasosiego en el bebé. Esto no quiere decir que en la zona de juegos no se deban poner este tipo de colores, al contrario, en ciertas dosis servirán para generar un estímulo visual positivo para su desarrollo.
Otra interesante idea para estimular al pequeño, cuando ya gatea, es rodear la habitación con una especie de zócalo de tela acolchada a modo de manta de juegos pero en vertical, en la cual se encuentren los bolsillos para meter juguetes, figuras de animales de colores, letras y palabras y que cuente con asas que le sirvan de apoyo cuando quiera levantarse.
Un punto sumamente importante a tener en cuenta, que ya habréis podido apreciar, es que la zona de juego del cuarto debe diferenciarse de la de descanso.
Imagen: decoradecora