La inteligencia emocional muestra la importancia de comprender, manejar y regular las propias emociones y las de los demás para disfrutar de una perfecta calidad de vida desde un punto de vista relacional y social. Pues bien, el amor es una de las emociones más importantes, y el afecto que una madre tiene por su hijo muestra el grado máximo de cariño existente desde un punto de vista humano. El embarazo es una revolución emocional ya que en cuestión de nueve meses, la vida de una persona cambia para siempre.
Pero el cambio, se inicia en un proceso biológico tan natural como el proceso de gestación. ¿Existe mayor revolución emocional que la de saber que un nuevo ser depende de ti? La realidad es que desde un punto de vista filosófico, el milagro de la vida es fascinante.
Sin embargo, el ser humano no sólo es un ser relacional que establece vínculos con los demás (familia) sino que también, es un ser individual que necesita sus tiempos de calma, reflexión e intimidad. Pues bien, este es el error que cometen algunas madres demasiado exigentes consigo mismas que olvidan lo importante que es cuidar de sí mismas y seguir teniendo un espacio positivo en la rutina diaria para la libertad individual.
Cualquier madre debe alimentarse de las siguientes emociones: amor, alegría, ilusión, felicidad, libertad, plenitud, generosidad… Por el contrario, debe dejar de lado la culpa por no ser lo suficientemente perfecta. En la medida en que una mujer está mejor consigo misma también tiene una mejor relación con su bebé y desarrolla de una forma natural su faceta maternal. Por el contrario, cuando se quieren reprimir ciertos deseos y necesidades, la persona sufre mucho.
Imagen: Entre Padres