A las visitas médicas que se realizan una vez que la mujer está en estado se les denomina consultas prenatales y lo ideal es que la primera se realice dentro de las diez primeras semanas de gestación. En ella, las principales acciones que se realizan son:
- Una entrevista con la mujer, para detallar todos los acontecimientos de su historia clínica que puedan influir en la gestación.
- Una exploración física general, ginecológica y de las mamas. Con esto se identificarán posibles factores de riesgo para el feto, como podrían ser enfermedades como la hipertensión arterial o la diabetes.
- Un asesoramiento sobre la alimentación, el ejercicio, el estilo de vida, los hábitos o cualquier cosa que pueda crear alguna duda a la mujer.
- Una serie de pruebas complementarias como la citología cervical (al igual que previamente al embarazo, debe llevarse a cabo la detección precoz del cáncer de cuello uterino); un análisis de sangre y orina, para descartar posibles problemas como la anemia, ya que el embarazo supondrá un desgaste adicional y esto debe tenerse en cuenta desde el principio; y la determinación del grupo sanguíneo y Rh, que consiste en un análisis de sangre específico para conocer el tipo de sangre que tenemos. Esto nos servirá para prevenir efectos perjudiciales en futuros embarazos sobre el feto.
Las consultas prenatales tienen como objetivos fundamentales:
- Detectar precozmente patologías propias del embarazo: la gestante puede sufrir en cualquier momento del embarazo diversos problemas que van desde la diabetes gestacional o la preeclampsia a metrorragias (hemorragias anormales que se producen en el útero y que no corresponden a la menstruación normal). Por ello, es importante no faltar a ninguna cita, para poder solucionarlos a tiempo.
- Identificar los embarazos de riesgo: se consideran como tales los que presentan alguna patología adicional o provocada por la propia gestación. También los que tienen mayor probabilidad de que aparezca algún problema. Pueden ser muchas las causas de los embarazos de riesgo, como una gestación múltiple, haber tenido más de dos abortos previos o que la embarazada tenga más de 40 años. Es esencial que el ginecólogo haga un seguimiento adecuado.
- Disminuir la mortalidad materno-fetal: llevando un buen control del embarazo se minimiza la posibilidad de que fallezcan tanto la madre como el feto intraútero. Pero, además, se pueden evitar ciertas secuelas en ambos, como una parálisis cerebral en el recién nacido o tenerle que quitar el útero a una mujer por una hemorragia posparto.
Estar embarazada no es estar enferma. Cuando te quedes embarazada debes continuar con tu vida habitual, si no existen factores de riesgo concretos que lo contraindiquen (como sangrados en los primeros tres meses de gestación), hasta que tú misma te des cuenta de las limitaciones que supone la gestación conforme ésta avanza. Los vuelos en avión, la vida sexual saludabe y el ejercicio sin fatigarse son algunas de las cosas que, pese a inquietar a muchas embarazadas, pueden llevarse a cabo sin mayores problemas.
Imagen: dracisneros