Mantenerse bien hidratado es algo importante para todas las personas, pero más aún lo es en el caso de que una mujer esté embarazada. Unido al hecho de llevar una dieta equilibrada, la gestante no deberá escatimar con el agua, ya que además, de cómo decíamos, mantenerse hidratada, le ayudará a solventar problemas como: estreñimiento, hemorroides, retención de líquidos, la hipertensión, acidez de estómago, náuseas, etcétera.
El agua también ayudará a eliminar toxinas del cuerpo, así como conseguirá que los nutrientes lleguen más fácilmente a la sangre del bebé.
Aquellas mujeres que estén viviendo un embarazo y que les cueste tomar las cantidades de agua aconsejadas, pueden probar con otros líquidos como los zumos, aunque esto no quiere decir que el agua pase a ser sustituida completamente por estas bebidas. Recordamos que hay que evitar las bebidas con cafeína, que no aportan nada al organismo y que en grandes cantidades provocan pérdidas de líquido.
La cantidad recomendada durante el embarazo son alrededor de 10 vasos de agua, con esto tanto la futura madre como el feto permanecerán bien hidratados.
Tras el parto, especialmente para las madres que opten por la lactancia materna, sigue siendo importante beber mucha agua, 1 litro y medio aproximadamente. El agua (junto a una buena alimentación) ayuda a que la leche suba mejor y a que se tenga mayor cantidad (siempre que no existan otros problemas). La leche materna contiene un porcentaje muy alto de agua, alrededor del 85%, de ahí que resulte tan importante el hecho de tomar líquidos durante la lactancia. No estará de más que la madre cuando vaya a dar el pecho tenga a mano un vaso de agua, ya que durante el tiempo que el bebé esté succionando es muy posible que la mujer tenga sensación de sed.