La dermatitis seborreica infantil es una inflamación de la piel que se caracteriza por producir una erupción muy típica con escamas, descamación, piel grasa y eccema. Por ello, también recibe el nombre de eccema seborreico.
Aparece habitualmente en los tres primeros meses de vida, aunque también puede manifestarse más tarde, hasta los 18 meses, y es bastante frecuente, ya que ocurre casi en un 10 por ciento de los recién nacidos.
La causa de esta alteración se desconoce, aunque parece ser que la influencian factores como el hormonal: bien las hormonas maternas o bien un estímulo de los andrógenos de la corteza suprarrenal en el lactante, pueden producir un incremento en la producción de sebo por las glándulas sebáceas de la piel. Las infecciones de la piel, tanto bacterianas como por hongos, pueden ser secundarias, pero no son la causa y, si tenemos en cuenta los antecedentes familiares, tampoco parece existir predisposición genética para padecer este tipo de dermatitis.
El cuero cabelludo y la zona del pañal son las zonas más afectadas. En el cuero cabelludo, especialmente sobre la fontanela anterior, puede verse la llamada “costra láctea“. Son lesiones cutáneas que forman capas de escamas grasientas, sólidas, amarillentas, en ocasiones cuarteadas por fisuras y sin eritema inflamatorio. La costra láctea puede ser el único signo de dermatitis seborreica y remitir espontáneamente y, aunque la costra sea muy extensa, no existe riesgo de pérdida del cabello.
En otras partes de la piel se puede apreciar descamación y costras amarillentas y grasientas sobre placas rojizas eccematosas y, en zonas de pliegues, pueden aparecer algunas fisuras. Las zonas de piel afectadas pueden estar diseminadas, ser de diferentes tamaños y pueden confluir en superficies de mayor tamaño en todo el tronco y raíz de los miembros. Pero, incluso en las lesiones más extensas, no suele existir picor.
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