El estreñimiento, los gases, una gastroenteritis, problemas digestivos, nervios… Las causas del dolor de barriga o el dolor localizado en la región abdominal pueden ser muy diversas y van variando según la edad del niño. Además, los dolores pueden ser más o menos recurrentes y de mayor o menor intensidad. Por eso lo más importante es observar constantemente al niño para llegar a conocer la gravedad del problema.
Es bastante habitual que nuestros hijos sufran dolores abdominales como consecuencia del aumento de aire a nivel intestinal. Si tienen dificultad para expulsarlo, podemos ayudarles con algunos trucos:
- Sienta al niño y masajea su abdomen de manera circular. También puede ser beneficioso que encoja las piernas y las lleve hacia el vientre.
- Prepárale una infusión a base de plantes que le ayuden ala digestión y a la expulsión de los gases, como la manzanilla o el hinojo. Además será útil una tisana que facilite la relajación ya que, en ocasiones, la incapacidad para expulsar los gases aumenta la ansiedad, empeorando los dolores.
Si los dolores se localizan cerca del ombligo, si se calman rápido o desaparecen con unos masajes, un paseo, los juegos, al cambiar de posición o al defecar, seguramente no estamos ante un problema grave. También puede ser que nuestro hijo se queje de dolor de tripa durante la comida, pero si también desaparece al terminar de comer, levantarse de la mesa, irse a ver la televisión o a jugar, no debemos intranquilizarnos.
Sin embargo, estas molestias que en principio son leves pueden necesitar de la evaluación y ayuda por parte del pediatra si se convierten en un dolor más intenso, que despierta al niño por la noche, si persiste más de dos horas o si la pared abdominal está dura y sensible al tocarla.
En general habrá que acudir al médico cuando el niño no pueda realizar sus actividades normales a causa del dolor (ten en cuenta que podría tratarse, por ejemplo, de apendicitis, ante la que hay que actuar con rapidez).
Imagen: i.ehow