La hepatitis B es una de las enfermedades infecciosas más frecuentes en el mundo. Se transmite de diferentes formas, ya que el virus se encuentra en la sangre y en otros líquidos orgánicos como el semen, las secreciones vaginales, la leche materna, la saliva, el sudor y las lágrimas de los infectados.
Concretamente la forma de transmisión vertical o perinatal se produce sobre todo durante el parto, al contactar el recién nacido con la sangre y/o las secrecionales vaginales maternas contaminadas por el virus.
El periodo de incubación de la enfermedad oscila entre un mes y seis meses y en la mayoría de los casos no aparecen síntomas. Por el momento, no existe un tratamiento específico para la forma aguda de la hepatitis B y, para tratar las formas crónicas existen fármacos, aunque las recaídas son frecuentes tras la suspensión del tratamiento.
Así, la mejor forma de evitar la enfermedad es mediante la vacuna. Tras su aplicación se observan niveles protectores de anticuerpos en más del 90% de los adultos y del 95% de los niños y adolescentes.
Se vacuna a todos los niños recién nacidos (al nacer, a los dos y a los seis meses de edad) y a los adolescentes que no hubieran sido vacunados previamente.
A los recién nacidos se les admisnitra en la región anterior y lateral del muslo. No se debe administrar en la zona glútea porque la respuesta inmunitaria es menor.
Actualmente, existen las vacunas pentavalentes y hexavalentes en las que, con una única inyección, se administran varios antígenos, incluidos los de la hepatitis B. Los efectos secundarios son escasos, menos de un 2% de los niños tienen un enrojecimiento local.
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