El prepucio es una capa de piel que rodea al glande y que, en el momento del nacimiento, lo oculta por completo (hay fuertes adherencias entre ambos). Pero, durante los primeros cinco años de vida, se van separando de forma gradual, con las erecciones intermitentes que se presentan y con la acumulación de células de descarnación.
Sin embargo, existe fimosis si el prepucio no se puede retraer manualmente y por completo detrás del glande, dejándolo descubierto (el glande debe descubrirse de forma activa en estado flácido o de forma pasiva durante la erección).
No todas las fimosis son iguales. Hay que distinguir entre:
Fimosis fisiológica: la unión entre el glande y el prepucio persiste durante todo el embarazo de forma que, en el recién nacido es imposible retraer el prepucio sin romper las adherencias naturales que lo unen al glande. Las secreciones del glande y los restos epiteliales desprendidos del prepucio forman el esmegma, que se acumula por debajo del prepucio y es lo que va favoreciendo la separación entre ambos.
Una gran acumulación del esmegma puede ser visible y palpable a través del prepucio (que suele ser delgado), en forma de unas manchas blancas sobreelevadas, que se suelen denominar “perlas del prepucio” y que no requieren tratamiento. La familia puede confundir esas perlas con pus, pero al reconocer al niño se observa que a su alrededor no hay ningún signo de infección: enrojecimiento, tumefacción, mal olor…
Así, esta fimosis fisiológica, por lo general, se resolverá espontáneamente en los primeros años de vida, cuando se complete la separación entre el prepucio y el glande. Por eso, hay que tener claro que este tipo de fimosis no es ni una enfermedad ni un problema médico.
Fimosis patológica: se trata de la estrechez del prepucio que impide descubrir el glande, una vez que ya se ha producido la separación entre ambos. Se pueden distinguir varios grados de fimosis patológica que van desde una estrechez dolorosa durante la erección (pero que permite descubrir el glande) hasta la denominada estenosis puntiforme, que dificulta incluso la micción. Concretamente, éstos son los grados:
- Fimosis anular dilatable: existe un anillo fimótico elástico, sin inflamación ni engrosamiento de la piel.
- Fimosis anular no dilatable: el anillo fibroso presenta la piel engrosada y, si se retrae, la piel se grieta. No se debe forzar.
- Fimosis puntiforme: el orificio prepucial es de un diámetro mínimo, apenas apreciable, con la piel circundante de aspecto y grosor normales.
Imagen: hiren